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REDES SOCIALES
Miércoles 17 de octubre 2012

Llamado a promover las elecciones primarias en la Unión Europea

Por: Bernard Guetta (*)
Llamado a promover las elecciones primarias en la Unión Europea
Foto:fr.wikipedia.org

Las burlas no son injustificadas. El premio Nobel de La Paz, otorgado a la Unión Europea en el momento mismo en el que la distancia que separa a los europeos de Europa no cesa de crecer, tiene un aire a lo “póstumo”. Cabe preguntarse sin embargo si es necesario ceder ante la facilidad con que se emiten estos argumentos.

Hacer eso equivaldría a olvidar que Europa no se reduce tan solo a la crisis del euro. Sería como no ver, sobre todo, que esta crisis no es la primera ni la última del difícil proceso de la construcción de la unidad europea, que los países retrocederían si abandonan esta ambición histórica y que no habrá nadie que encarne y defienda los niveles de libertad y protección social que no han sido alcanzados en ningún otro lugar, que la Unión Europea en crisis o no seduce aun al punto que una buena decena de países desea aunarse a ella, y que muy pocos europeos desean realmente dejarla, incluso en Grecia. Es una ambición de largo plazo la que el premio Nobel ha recompensado. La pregunta que le plantea por lo tanto a Europa este honroso galardón es de saber cómo hacer para afirmar su unidad antes que esta no se deshaga.

Como dijo el último lunes, en el cotidiano La Croix, Jacques Delors, la moneda única no es un objetivo en sí mismo, pues “si ella no existe para optimizar el desarrollo, entonces ¿para qué sirve esta?”. Concebida por Helmut Kohl y Francois Mitterrand a fin de que su creación nos conduzca hacia la unión política, el euro exige una armonización de las políticas europeas y las instituciones democráticas necesarias para su elaboración. Esto es tan cierto que la crisis ha desencadenado el debate sobre las formas que hay que dar al federalismo europeo y que Alemania se convierta en la defensora del diseño de nuevos tratados que instituyan la unidad política.

Cada quien sabe que la Unión debe transformarse en política o esta desaparecerá. Pero, ¿cómo iniciar el proceso sin que este traduzca lo que sucede en los hechos, es decir sin reflejar el desamor hacia ella que aqueja a Europa? ¿Cómo hacer para que este sea el debate entre los pueblos y no el de gobiernos impopulares? ¿Cómo, en pocas palabras, dar vida a la democracia europea si es que cada vez más ciudadanos europeos piensan que la Unión equivale a las políticas de regresión social que una mayoría de derecha implementa en nombre de ellos? Esta es la pregunta del momento, aparentemente sin solución, pero a la que no resulta difícil responder.

Los europeos están llamados a renovar su Parlamento en el 2014. Si nada se ha hecho de aquí hasta entonces, el porcentaje de participación será el más bajo que jamás se haya producido, dado que los europeos no le encuentran interés a esta elección y no esperan nada de ella. Las próximas elecciones europeas corren el riesgo en esta manera de constituir un fiasco político de primer nivel para la Unión, a pesar de que los tratados actuales, por insuficientes que sean estos, dan al Parlamento la posibilidad de llevar a la presidencia de la Comisión al hombre o mujer que los electores han escogido.

Si un partido o una coalición de partidos paneuropeos consigue la mayoría en las elecciones de 2014 habiendo propuesto al electorado un programa político y una cabeza de lista destinada a promoverlo utilizando para ello las fuerzas combinadas que emanan del Parlamento y la Comisión, lo que decida entonces el electorado se impondrá. Esto no significa que este presidente de la Comisión podría de la noche a la mañana hacer todo; ningún elegido puede hacerlo. Por lo demás, este presidente, tendría que tomar en cuenta la posición de los gobiernos nacionales cuyo peso es inmenso en la Unión; pero la Comisión se beneficiaría entonces con una legitimidad paneuropea que no podría ser abstraída por los Estados miembros.

Es ahí hacia donde es necesario dirigirnos. Pero para llegar ahí, los llamados para ir a votar el día de las elecciones en el 2014 no serán suficientes. Estos llamados no serán escuchados si los electores no se asocian a la elaboración de los programas propuestos y a la elección de quienes liderarán las listas en competición. Hay una forma de hacerlo, esto se llama las primarias.
Queridos partidos de izquierda, es tiempo de poner manos a la obra. Ha llegado el momento para que este grupo parlamentario que es el Partido socialista europeo se convierta en un verdadero partido paneuropeo, para que encuentre aliados, para que organice primarias paneuropeas entre los candidatos que deseen encabezar sus listas, para que los debates que las primarias suscitarán den una idea de lo que podría ser la democracia europea, para que cada uno se sienta involucrado y Europa se convierta así en un asunto de los europeos.

Imaginemos esta campaña, a través de todo el espacio de la Unión. Imaginemos los mítines donde se exponen la posición en torno a las políticas a implementar y los debates televisados paneuropeos que cierran las campañas políticas. Imaginemos el porcentaje de votación que esto traería consigo, el mismo día, a lo largo y ancho de toda Europa. La democracia europea sería entonces una realidad. Esto constituiría el nacimiento de la Unión Política, desde los cimientos, y es entonces que los debates institucionales podrían iniciarse, con los europeos y no al margen de ellos. ¿Una utopía? No, nada más que una cuestión de voluntad, ya que nada, rigurosamente nada, se opone a esto.

(*) Periodista francés, especialista en geopolítica, ganador en el año 1981 del premio Albert - Londres

Artículo publicado en la edición correspondiente al 17 de octubre por el cotidiano francés Liberation. Traducido del francés al español para www.generaccion.com por F. Rosas.

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