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REDES SOCIALES
Jueves 18 de octubre 2012

Chávez, el último dinosaurio

Por: Rubens Yanes.
Chávez, el último dinosaurio
Foto: Referencial

Mientras la oposición se debate en su sinrazón y los analistas hacen maromas intelectuales que alivien la depresión, el chavismo avanza. Inexorable. Sin escrúpulos ni vacilación. Chávez como es usual en él luce su traje de cordero, pero avanza con la seguridad que le brinda haber contado con la mayoría electoral.

Los analistas hablan de miedo, de triquiñuelas, de ventajismo para explicar su victoria. Cuando en realidad nos topamos con la verdad de un país reflejada en votos, y la verdad es que la mayoría apoya la revolución del Presidente Comandante.

En el acto de su proclamación, Chávez aconsejó a quienes le adversan que acepten el socialismo. La experiencia nos indica que quienes se opongan recibirán todo el peso del poder.

Y es allí justamente donde Chávez demuestra lo anacrónico que es y lo equivocado que está. El socialismo es el verdadero opio de este pueblo. La promesa de justicia y equidad sin sacrificios, sin esfuerzo, sin reacomodos orgánicos nos conducirá por el camino del fracaso.

El socialismo del siglo XXI, aunque remozado, peca de los mismos errores de los que adolecían los del siglo XIX y XX: el colectivismo niega realidades como la búsqueda del bien propio y la transparencia que se deriva de asignar responsabilidades individuales. Pero peor aún, crea una serie de tensiones bastante difusas entre el poder del Estado y el poder personal del mandatario de turno, entre la participación de la base y las decisiones de la cúpula.

La crisis económica europea vendida por Chávez como la crisis del capitalismo demuestra en realidad una nueva manifestación del colapso colectivista: Grecia y España entran en colapso al querer ofrecer a sus pueblos mayores beneficios de los que eran sustentables.

No creo que haya ninguna discusión seria que no nos lleve a coincidir en que la pobreza debe ser erradicada, que las mayorías deben ser  incluidas en un sistema hasta ahora excluyente y que la justicia social es un bien deseable. Pero hemos tomado el camino de los dinosaurios.

Quizás la población tardará en entenderlo, pero no hay que desmayar en la tarea de evidenciarlo. Aunque hoy parezca que se es una voz en el desierto; a sabiendas de que las tesis ideológicas opuestas son menos potables y nada mercadeables; a pesar del machacante discurso oficial y la omnipresente figura del Comandante Presidente.

Si somos dinosaurios, la ineficiencia, la corrupción, la excesiva dependencia de la renta petrolera son los cataclismos que pueden desencadenar la extinción de este sistema que nos hemos impuesto a nosotros mismos.

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