Triunfal octubre a Venezuela

Miguel Cabrera y Omar Vizquel disfrutaron de un deslumbrante octubre y dieron a Venezuela una gran alegría y un magnífico ejemplo.

Cabrera es el primero en ganar la Triple Corona desde 1967 por Yastrzemski y eso prueba la suma dificultad de la hazaña, jamás lograda por ningún pelotero latino y sólo por otros doce bateadores. Uno de éstos, quizá el mejor jugador de la Historia, lo hizo en 1909 cuando también jugó para el Detroit como fiero competidor que afilaba los spikes frente a los contrarios para amenazarlos y en el Comerica Park se le ve pétreo, así era él, en estatua y slide asesino: Ty Cobb, el sumo pontífice del bateo.

Hay otra circunstancia que hace mucho más meritoria esa hazaña y de la cual no he oído referirse a ningún comentarista criollo ni extranjero: este año fue cambiado de la posición menos exigente, primera base, a la muy difícil tercera y por ello llamada "esquina caliente" por hallarse mucho más cerca del plato que la del short stop y así a menudo recibir batazos bien fuertes pues, encima, hay más bateadores derechos y le dan hacia allá. Pensé que cubrirla le pondría mucha presión y distraería de su fulminante bateo; pero es tan bueno que no le hizo mella y al contrario porque ahora volvió a ganar el título de bateo que obtuvo en 2011.

Los deportistas -en especial los ídolos- son un muy poderoso y buen modelo de conducta al ser un emotivo estímulo para disciplinarse en el trabajo y mantener el afán por el esfuerzo, mientras más presuntamente agotador más en realidad promisor, útil y satisfactorio. Sería ideal librar al deporte del aspecto nocivo -inadvertido para el común- de su evidente exaltación a la violencia y más grave aún con fines crematísticos (por eso del fútbol no interesan los partidos amistosos) como aquella estatua que glorifica los slides ultra agresivos y hasta el cortar a los adversarios con spikes (Cobb practicaba los slides hasta sangrar; pero mejor era representarlo esgrimiendo un bate). El incombustible Vizquel, con el mejor porcentaje de fildeo de todos los tiempos para un short stop, quedó incapacitado por slides en 1991 y 1992, cuando dijo que de la rodilla "el Doctor me sacó toda una inyectadora de sangre". Y aunque el béisbol es el de menor contacto físico entre los cuatro grandes deportes, tiene la más letal arma: el beanball o pitcheo a la cabeza, del cual Cabrera ha sido blanco sin asustar. Los más famosos cazadores de cabezas (Hall of Fame) son Drysdale y Gibson, quien fracturó la cabeza a Hart en 1968.

Vida ejemplar de Vizquel y Cabrera, que ha de seguirse así como la de toda mujer u hombre que se conduzcan con integridad y sean por esto, aunque sin fanfarria, también paradigmáticos.