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Viernes 19 de octubre 2012

Por qué Obama no

Por: Macario Schettino
Por qué Obama no
Foto: salon.com

La semana pasada cerraba mi colaboración afirmando que Obama no me parece la mejor opción para la elección estadounidense. La razón es que, en mi opinión, Obama pertenece a una época que se acaba, y su permanencia en el gobierno implica que el fin de esa época será más lento y más difícil.

El siglo XX, sobre todo su segunda mitad, fue la época de la economía industrial. La energía de los seres humanos se concentraba en crear productos, con un consumo de combustibles y materiales mayúsculo para los estándares actuales. Frente a ese derroche de energía e insumos, el costo de la mano de obra no pintaba. Más aún, esos productos eran tan deseados por los consumidores que permitían imaginar un futuro lineal: habría crecimiento siempre. La tendencia natural a imaginar el futuro (y el pasado) como extensiones del presente convenció a todos de que habría siempre necesidad de más productos, que podrían utilizar más energía, más materiales, y más personas trabajando.

Con base en esas hipótesis se construyó un esquema redistributivo, que conocemos como Estado de Bienestar en su versión más acabada. Es indudablemente una gran idea, para una economía lineal. Pero eso no existe. Para los años setenta, quedó claro que esa forma de producir era insostenible, en términos de consumo de energía y materiales. Fue menos claro que también lo era en términos de empleo. La producción de bienes empezó a ser más eficiente en el uso de insumos y energía, pero también de personas. Sin embargo, la estructura creada alrededor de la economía generadora de empleos no se sustituyó: los grandes sindicatos, los esquemas de pensiones, el proceso educación-empleo.

En las décadas siguientes la transformación tecnológica continuó su marcha, y hoy tenemos una economía totalmente distinta de la que existía en los setenta y ochenta. Pero no es fácil verlo, y menos para una persona que conoció lo de entonces. Los nacidos en los sesenta (y tal vez inicios de los setenta) percibimos el cambio, pero no lo entendemos. En concreto, no entendemos su impacto en la estructura que le mencionaba.

Esto significa que quienes tienen hoy más de cuarenta años, más o menos, interpretan la economía con los ojos del siglo XX. Quieren que la economía genere empleos en la industria, que esos empleos permitan sostener un esquema generoso de pensiones, que quienes están empleados se asocien en sindicatos poderosos, que el camino a la prosperidad lo marque la educación orientada hacia esos empleos. Cuando la realidad no coincide con sus expectativas, aplican las soluciones que en el siglo XX funcionaban: más gobierno, con más gasto y más regulación. Cuando esto no funciona, insisten en ello, y van cerrando sus economías. El compromiso escala, como saben los sicólogos.

Así como ocurrió con la agricultura, que hoy produce mucho más pero representa mucho menos que antes, está ocurriendo con la industria. Las formas de vida asociadas a la agricultura han desaparecido, y lo mismo ocurrirá con las de la industria. Hoy los grandes sindicatos no tienen tanto que ver con la industria, sino con los servicios, especialmente los que ofrece el gobierno. Y ofrece esos servicios porque ésa era la respuesta razonable en el siglo XX para salud y educación. Creo que ya no lo es.

Uno de los países que menos utilizó el modelo del siglo XX fue Estados Unidos, que ha sido la economía más productiva y competitiva por ya 150 años. Es paradójico que cuando ese modelo deja de ser útil, esa economía lo empiece a utilizar. Ésa ha sido la aportación de Obama: no un cambio hacia delante, sino hacia atrás.

Pero ese modelo siglo XX tiene mucho apoyo mediático y académico, y la discusión pública de sus virtudes y defectos no es fácil. Para la elección estadounidense, responderán que Romney y los Republicanos tienen una gran cantidad de defectos, entre ellos creencias basadas en la religión y no en la ciencia. Sin duda, como los Demócratas tienen creencias basadas en su religión laica, y no en la evidencia.

Los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos tienen serias deficiencias, no lo dudo. Baste mencionar su incapacidad para entender a China, sus problemas aritméticos con los impuestos, o su cerrazón en el tema de salud. Los dos. Sin embargo, estoy convencido que lo más importante en este momento es ayudar a bienmorir al modelo siglo XX, y Obama lo hará mucho más difícil. Para el mundo, para Estados Unidos, y para México.

Nota publicada en eluniversalmas.com.mx

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