Hace 2 semanas el CNE declaró como ganador de las elecciones presidenciales a Hugo Chávez por 11 puntos de diferencia. Así se vuelve a repetir la historia de derrotas casi continuas para la oposición democrática en los últimos 14 años. Lo cual es sorprendente para un país donde los problemas económicos y sociales se han vuelto más complicados y la infraestructura física se deshace a ritmo de merengue. Obtener 55% del voto contado, a pesar de estas circunstancias adversas, sin mencionar las limitaciones en la salud presidencial, es realmente una proeza. Y más que proeza, constituye un milagro que el Gobierno repita cuando se atiende al hecho de que la candidatura fresca y enérgica de Henrique Capriles desplegó una campaña de alta intensidad y amplia cobertura (como no se vivía en Venezuela desde cuando triunfó la "Democracia con Energía", viniendo de la oposición, hace 39 años), con la que insufló de entusiasmo a 6,536 millones de ciudadanos que en circunstancias distintas hubieran garantizado su victoria.
La ciudadanía merece que se le explique, por parte de los actores de la MUD, por qué ocurrió este "milagro". Pero que se le explique en forma más completa y cabal. Porque en esta materia no es suficiente, no basta, recurrir a argumentos repetitivos como lo son alegatos del abuso del Poder Ejecutivo, que incluye al mediático, o al condicionamiento del CNE para mirar a otro lado mientras se violaban normativas electorales y practicaban triquiñuelas aquí y allá, o la movilización a última hora de ciudadanos chavistas que se habían quedado rezagados en el proceso de votación. Estas circunstancias eran conocidas de antemano o eran fácilmente previsibles.
Una explicación análoga debería provenir del chavismo, aunque es obviamente utópico esperar que el ganador revele su cuento entero y sus maniobras internas; se limita a destacar sus 8,147 millones de votos como demostración de respaldo popular a su candidato, a pesar que entre líneas reconocen los factores en contra de tal mayoría que estaban presentes, algunos de los cuales mencionamos al principio.
Varios hechos electorales que deben ser explicados por unos y otros son fundamentales. Por ejemplo, el aumento en torno a 10 puntos porcentuales en la participación electoral, y a quién favoreció éste.
También cómo es que la votación de Capriles superó en casi 200.000 votos lo obtenido por el PSUV. O el hecho de que la tarjeta MUD, a pesar de alcanzar en la alianza una mayoría relativa (33%), quedó muy por debajo de los tres partidos que le siguen (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular) que en conjunto sumaron 54%. Sólo por mencionar algunos.
La MUD debe analizar estos y otros hechos y debatir junto con ellos elementos políticos de la alianza, desde el discurso hasta el grado de participación decisoria de los partidos que surgen como mayoritarios y de los que siendo de quizá menor peso sumaron por su cuenta a la tarjeta de la Mesa. Con una declaración unitaria y sincera respecto a estos temas, el camino hacia la elección de gobernadores debe lucir más iluminada. Porque si algo han demostrado los dirigentes de oposición es que si bien pueden haber sido derrotados en esta elección presidencial, están muy lejos de haber quedado vencidos.