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Lunes 22 de octubre 2012

Luego de La Haya

Por: César Campos R.
Luego de La Haya
Foto: Difusión


César Campos R., autor de estas líneas


En un reciente artículo publicado por el diario La Tercera e Chile, el ex jefe del Ejército de ese país, general ® Juan Emilio Cheyre, anticipa los posibles escenarios reactivos a presentarse en nuestras naciones los próximos dos meses cuando los miembros de la Corte Internacional de La Haya escuchen los alegatos orales vinculados a la controversia marítima.

Presume Cheyre que dicha controversia “adquirirá un tono hostil, propio de argumentaciones contrapuestas que ahora conocerá la opinión pública”, y que esto puede llevar a reacciones “del todo inconvenientes para la buena relación actual y futura entre ambas naciones.”

Recomienda a sus compatriotas no dejarse arrastrar emotivamente hacia la contra argumentación de la postura peruana, y poner en manos de la defensa chilena la sustentación basada en las normas del derecho internacional. También mantener “la cohesión y la unidad en relación a la forma, argumentos y principios con los cuales Chile ha actuado en relación al caso”, pues el clima político (nuestro vecino del sur ingresa a una fase pre electoral para elegir presidente y renovar el Congreso) podría abrir espacios a críticas inconvenientes. Finalmente sugiere a peruanos y chilenos “hacer esfuerzos por confiar en el fallo del tribunal al que las partes resolvieron acudir.”, pero nos da una chiquita solicitando el compromiso de nuestro país para que después de esto, no haya más “temas pendientes.”

Debemos compartir con el general (r) Cheyre esta actitud razonable y constructiva que impida extraviar el eje de la polémica sobre el diferendo marítimo (técnica y jurídica), así como lo mucho que hemos avanzado ambas naciones en otros campos de integración (social, comercial y económico). La altisonancia – fuera de ser ociosa y poco gravitante para la decisión de los jueces – sólo exhibirá el lado más primitivo de un recelo aparentemente patriótico al que tarde o temprano deberemos ponerle una gran lápida de indiferencia.

Sin embargo, lo que ya muchos analistas avizoran y ponen lupas de aumento no es precisamente a las contingencias previas al fallo del tribunal de La Haya sino al proceso de su implementación. El mismo Cheyre no se sustrae a esa forma de otear el horizonte de nuestras relaciones cuando reclama el “compromiso” peruano de no agitar otros “temas pendientes”.

Más allá de recordar que el Perú no sacó debajo de la manga el diferendo marítimo sino que le dio continuidad a una posición expuesta el año 1986 por nuestro embajador en Santiago, Juan Miguel Bákula, ante el canciller chileno Jaime del Valle y admitido por éste en un memorándum y nota oficial, convengamos en que sí habrá asuntos pendientes pero derivados de la manera cómo afrontemos la ejecución del fallo.

Sea cual fuere el sentido de éste – salvo que la Corte sople la pluma de la decisión final a otras instancias insospechadas – no perdamos de vista que habrá implicancias de pleno dominio y ejercicio de soberanía comprometidas en el mismo. Para ello, tendrá que establecerse un protocolo procedimental muy claro, específico y consensuado, por el cual se evite sorpresas y novedosos motivos para mantener la controversia.

Tranquilidad, buen tino, antes y después de la sentencia de La Haya. Ese es el imperativo. 

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