Admirar sin medida a un ser humano tiene sus riesgos, pues todos los hombres somos erráticos, imperfectos. La agencia EFE emitió un cable que dice: La Unión Ciclista Internacional (UCI) decidió hoy sancionar de por vida al ciclista estadunidense, Lance Armstrong, y desposeerle de sus siete Tours de Francia, dando así por bueno el informe de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA), que le acusó de doparse y de suministrar sustancias dopantes a sus compañeros de equipo.”Confirmó que no habrá apelación ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y que se reconoce la sanción impuesta por la USADA.
“La UCI prohibirá que Armstrong compita y le desposeerá de sus siete Tours de Francia. Lance Armstrong no tiene sitio en el ciclismo”, dijo en rueda de prensa el presidente de la UCI, Pat McQuaid.
Pocos deportistas habían sido tan admirados como el ciclista estadunidense, ahora sobre de él sólo caen críticas.
Todo parece indicar que Armstrong hizo trampa, conquistó sus triunfos mediante engaños. Es peligroso “poner en un altar” a un ser humano, las decepciones que nos podemos llevar son terribles. Ha sucedido, no sólo con deportistas, lo mismo ha pasado con políticos, escritores, religiosos…
Nosotros, al sabernos humanos, debemos de aceptar que también hemos cometido, y cometeremos errores, por lo que también debemos de tener cuidado con el cómo juzgamos. Todos hemos engañado, mentido, fingido, abusado. Y me atrevo a afirmar que en la mayoría de los casos no lo hemos hecho con el fin de lastimar a nadie, aunque inevitablemente lo hacemos. No se trata de ser conformistas, y por saber que somos imperfectos actuar sin consciencia alguna, todo lo contrario.
Es prácticamente imposible conocer las intenciones de los demás, de la misma manera lo es que conozcan las nuestras. ¿Cuántas veces no hemos hecho algo incorrecto sin pensar en las consecuencias? ¿Por qué Armstrong hizo trampa?, en el fondo no lo sé, solo él conocerá las razones.Cada uno de nosotros debemos estar conscientes de que todas nuestras acciones traen consecuencia.
Y siempre hay que tener el valor de pedir perdón, quizás antes de que nos sorprendan, eso nos haría mejores.
Una tristeza el caso Armstrong, espero a todos nos sirva de lección (Con información del diario La Crónica de Hoy).