Diplomacia : la indigencia del Partido Republicano en las presidenciales de los EEUU

Está claro: la política exterior no juega ningún rol en la elección presidencial norteamericana. El martes 6 de noviembre, los electores votarán en función de un único criterio: la economía. Esto es algo de lamentar para Barack Obama, quien, con contundencia, al tratar los temas que conciernen la diplomacia, destrozó el lunes 22 de octubre por la noche a su adversario, el republicano Mitt Romney.

El elegante balneario de Boca Ratón, en el estado de Florida, fue el escenario del tercer y último debate, consagrado a la política exterior de los EEUU, entre estos dos hombres. No pecamos de injustos con el ex gobernador del estado de Massachusetts - quien por lo demás había mostrado su talento en el curso de los dos primeros debates -  si dejamos constancia que este no dijo nada en torno a la diplomacia norteamericana. Nada sobre la forma de conducirla, como tampoco en lo que concierne a su contenido. ¿Habría acaso que responsabilizar de lo sucedido a los efectos del húmedo calor de Florida?

El único argumento esgrimido hasta la saciedad por un incomodo Mitt Romney consistió en señalar la falta de “firmeza” y de “liderazgo” o determinación en la diplomacia de Obama. Pero, en lo que tiene que ver con la manera en la que Romney actuaría a fin de frenar el programa nuclear iraní, nada. Sobre la política que implementaría a fin de confrontar la llamada “Primavera Árabe”, nada. Sobre la conducta que adoptaría con respecto a Siria, nada. Sobre la forma en la que saldría vencedor en Afganistán, que es lo que él asegura que lograría, nada. Sobre la necesidad de mantener una relación equilibrada con su socio- adversario que es la China, nada.

Se puede incluso volver a escuchar el debate, pero no se encontrará en los argumentos esgrimidos por el candidato del Partido Republicano ni siquiera el esbozo de una idea, algo de originalidad, el punto de partida de una visión. Mitt Romney propone el incremento masivo del presupuesto militar del país, pero no dice nada sobre la forma en la que lo financiaría, dado que al mismo tiempo anuncia que disminuirá los impuestos. Lo que significa adicionar la irresponsabilidad presupuestal a la indigencia en el tratamiento de los temas fundamentales. Todos los ingredientes para generar un desastre.

Mitt Romney es víctima del divisionismo republicano en lo que concierne la política exterior. Jaloneado por los neo-conservadores, aislacionistas, ultranacionalistas y realistas, el partido no tiene una línea clara en lo que respecta a este campo. Es una organización nostálgica del periodo post Guerra Fría en el que los EEUU ejercía un rol preponderante sin parangón.  Y eso no constituye una política.

Barack Obama ha experimentado muchas dificultades desde el inicio de su mandato. Trato de acercarse a Irán, a la China, a Rusia. Deseo sentar las bases, junto con las potencias emergentes, de un multeralismo adaptado a los inicios del Siglo XXI. Vio en este la manera de abordar la solución de los grandes problemas del momento: proliferación nuclear, cambio climático, etc.  Problemas cuyo número iguala al de las ilusiones; a lo que habría que añadir su fracaso en lo que concierne el tratamiento del problema israelí – palestino.

Pero ha logrado que los EEUU dejen atrás la tragedia iraquí, ha prometido abandonar Afganistán, en fin, definir un lineamiento que le permita reorientar los esfuerzos de su diplomacia hacia el continente del porvenir: Asia. Por lo demás, acabó con Bin Laden e implementó una lucha sin cuartel contra el terrorismo.

Agresivo durante el último debate, Obama es un realista prudente: Mitt Romney parece, más bien, inconsistente.

(*) Editorial de la edición correspondiente al 23 de octubre de 2012 del vespertino francés le Monde. Traducido por F. Rosas