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Miércoles 24 de octubre 2012

Nuevas formas de racismo en Bolivia

Por: Pablo Mamani R. *
Nuevas formas de racismo en Bolivia
Foto: infolatam.com

El racismo y la discriminación es un fenómeno estructural que se repite pese a todo en Bolivia. ¿Qué es el racismo y la discriminación? Es un fenómeno sociológico e histórico colonial/moderno que consiste en empequeñecer a una persona o a un pueblo, inferiorizar una cultura, una religión, a la cosmovisión social dominada. En términos históricos, por ejemplo, los pueblos indígenas han sido vilipendiados por Alcides Arguedas, quien dijo: la raza india es débil, hosco, apegado a su terruño y que pronto desaparecerán su raza; una voz anti-indio al igual que la de muchos otros pensadores de la elite encomendera y señorial.

Según Charles Darwin, los inferiores se extinguen por la ley de la selección natural de especies que A. Comte la puso en términos sociales y sociológicos en Europa. Ahora como todo se copia en Bolivia estas ideas también han sido copiadas y utilizadas para inferiorizar al indio originario. Esto para proponer en que deben extinguirse: lo cual es la manifestación del viejo racismo y discriminación. Al sostener que son huraños, apegado a la tierra, no tiene sentimientos, han afirmado que el indio como la naturaleza no piensa. También han dicho que el indio tiene cara de piedra por la expresión de su rostro, el color de su piel, etc.

Han planteado dos tipos o formas de exterminio del indio. Una, por las Leyes del más fuerte que es de larga duración (hoy llamaríamos la etnofagia); y otra, por la vía directa como es el fusilamiento, o la manu militari. Sobre este último, uno de estos hechos es la masacre de Jesús de Machaca de 1921 por Bautista Saavedra. Este abogado había sostenido que “no se puede juzgar a los indígenas porque son menores de edad”, caso referido a la masacre de 120 soldados liberales en Mohoza. Este es un argumento sin embargo profundamente racista dentro de una sociedad floreciente de este racismo. Eso es importante recordar porque este fenómeno es producto del Estado republicano y colonial y de sus elites encomenderos. En toda la literatura de 1850, 1899, se inferiorizaba al indígena. ¿Por qué? Pues el indio siempre ha sido un problema nacional de ser o no ser o de la existencia o no de Bolivia. Esto se observa en las luchas de los Kataris de Chayanta, Kataris de Chuquisaca, o los Kataris-Sisas de La Paz. El estado de ser o no ser ha sido un profundo problema de incomodidad político para los grupos de poder dominante, los criollos-mestizos.

Hasta 1952-53 en Bolivia el racismo es legal. Esto igual que en Sudáfrica. En ese país habían implantado un código jurídico que se llamaba apartheid, es decir, que los migrantes europeos, los afrikáners, tenían sus escuelas en mejores condiciones y los negros en las peores escuelas o en malas condiciones, habían ciudades a las que no podían entrar los negros, esto duró hasta 1992. Terminó con Nelson Mandela que estuvo cerca de 30 años en la cárcel. En Bolivia hemos vivido este tipo de apartheid hasta 1952, porque el indio no tenía derecho a la educación, al voto, a la tierra, al ejercicio de lo político. Antes votaban los que tenían una cuenta en el banco, saber leer y escribir español, era racismo jurídico, político y social.

A partir de esta reforma liberal se lograron algunos derechos. Sin embargo a partir de ello, el racismo se ha reacomodado de una forma sutil en el Estado y en las instituciones sociales y bajo esa forma a continuado en el nivel económico, por el idioma, el origen cultural. Por ejemplo, para entrar a la UMSA, muchos han cambiado sus apellidos y nombres aymaras por los españoles (incluso sin saber de los significados de esos nombres).

En ese sentido la colonia de 300 años a mutado a la república porque los pueblos indígenas siguen siendo reducidos (como en la reducción toledana 1575), con el fin de cobrar impuestos entre los originarios, forasteros, los agregados. Los primeros pagaban más impuestos. Los Kurakas hereditarios tenían que cobrar impuestos y entregar esa recaudación a los virreinatos. Incluso esas sombras persistía hasta 1983 con la llamada prestación vial.

En ese sentido el racismo sólo es posible de aquellos que tienen poder. Últimamente en Bolivia tenemos la Ley contra racismo y toda forma de discriminación, pero hoy el racismo ha mutado nuevamente a otro nivel de las relaciones sociales. Hay una metamorfosis del racismo porque su sentido y hecho tiene otro contexto y contenido. En dicha Ley se lee: “Se considera “racismo” a toda teoría tendiente a la valorización de unas diferencias biológicas y/o culturales, reales o imaginarios en provecho de un grupo y en perjuicio del otro, con el fin de justificar una agresión y un sistema de dominación que presume la superioridad de un grupo sobre otro” (Art. 5c).

La palabra superioridad es el meollo del hecho. Pues un grupo se siente superior a otro. Pero hoy el nuevo racismo no se manifiesta de manera despreciativa sino halagadora aprovechando el contexto del ideario de lo indígena. Eso es un hecho que luego se manifiesta como institucionalidad y como un hecho normal.

Este nuevo racismo y discriminación hoy es más sofisticado. Consiste en una nueva construcción lingüística y discursiva del poder. Y esto se expresa básicamente en alabar o alagar al otro, al indígena o campesino, diciendo como en Bolivia por ejemplo “de que los indígenas son el fundamento del nuevo país”, pero es sólo discurso, palabra, porque nunca o muy poco es un hecho real. Se afirma y re-afirma, se jura y se re-jura que están a favor de los pueblos que sufre el racismo, los indios, pero eso no real. Es una ilusión. O mejor es un engaño, un gran embuste. En esto consiste la nueva forma de racismo.

Más concretamente esto se manifiesta en la palabra y representaciones simbólicas donde se exalta al indígena, pero en la práctica cotidiana se hace todo lo contrario a ese discurso. Pues en ese plano ilusorio o de embuste se engrandece al indígena en la palabra, pero haciendo cosas contrarias al indio. El sentido es engrandecer y luego empequeñecer. Esto en otros países funciona de otro modo, funciona en que todos se declaran mestizos, por lo que aparentemente no hay racismo. Aquí el racismo está en la negación del ser indígena, por ejemplo Maya en Guatemala o México. En esto los grupos de poder explotan a lo máximo lo mestizo porque también se autodefinen como tales pero no siendo de esta realidad. Se alaba lo indígena como algo pasado, como museo, como historia pasada, pero nunca como vivo, como caminante de la vida y lucha de hoy. El indio no es el presente sino es el pasado. Un pasado profundo y superado.

En Bolivia el nuevo racismo anti-indio tiene sentido porque al mismo tiempo de alabarlo se lo criminaliza. Esto se observó con gran claridad cuando el Tata Cancio Rojas es encarcelado en Kantumarka, Potosí. En el discurso del gobierno de Morales-García, el indígena es importante, pero en la práctica es criminal. Por eso se lo lleva a la cárcel. Aquí hay un trato racista hacia una autoridad originaria. Entonces la pregunta es: ¿dónde está la descolonización de la justicia? ¿La descolonización del Estado? Al igual que en el pasado, Tata Cancio para salir de la cárcel tiene que pagar una fianza de diez mil bolivianos, firmar un libro cada semana en la ciudad de Potosí. Además que debe pagar alquiler de su cuarto porque allí no está su casa, sino en el área rural, en el ayllu. Por eso hoy el racismo y la discriminación tiene nombre y apellido: el proceso de cambio.

También hay otro caso. Es el del kuraka de Qhara Qhara Hilarión Chávez, quien estuvo detenido por dos años y ocho meses en la cárcel de San Roque de Sucre. Lo sentenciaron por defender la titulación de su tierra comunitaria de origen (TCO). Aunque formalmente le acusaron de destruir bienes públicos. Este es un hecho impulsado por el actual gobernador de Chuquisaca Esteban Urquizo del MAS y el sindicato campesino.

Otro caso es el del tata Fernando Choque que fue denunciado por el ecologista Pablo Leyton de utilizar plumas de aves en extinción. La policía boliviana remata esta acción con una crueldad inimaginable porque lo retienen en su oficina amarrada a un basurero por más de 24 horas. Las plumas se cosechan en el campo y eso no se dice. Esa misma acción se muestra de parte de los fiscales, jueces, y toda la laya de leguleyos del sistema.

Choque es acusado por el tráfico de especies en extinción. Aquí se muestra nuevamente de cómo el racismo es floreciente en un contexto de discurso alabatorio del indio. Se podría incluso sostener que hoy los jueces y los fiscales aparecen más vengativos que hace diez años contra la indianidad porque acusan de cualquier cosa, amenazan abrir procesos penales, etc. La Ley de racismo está escrita pero no se cumple. Más bien se cumple una frase antigua: hecha la ley hecha la trampa.

De este modo hoy el racismo se mezcla entre una forma vieja y nueva. Aunque históricamente la lucha antirracista siempre ha sido difícil porque el poder esta instituido en el grupo criollo-mestizo que funcionan con sus propias leyes. Y sus operadores como los jueces y fiscales hacen todo para no cumplir la ley. Por eso sostenemos que políticamente se enaltece al indio pero en la práctica se lo criminaliza. Aquí la lógica es que no basta que la Ley exista, sino que amerita exigir su cumplimiento. Y por eso cambiar de raíz su sistema y su sentido práctico.

Hoy otra novedad de la discriminación es la disculpa pública. Es el caso del Alcalde de Santa Cruz Percy Fernández que se disculpó públicamente de su agresión a los periodistas. De igual modo el Presidente Evo Morales pidió perdón por la violencia policial de Chaparina de 2001, pero luego promovió el Presidente sin tregua la construcción de la carretera que trata de atravesar por el TIPNIS. Sobre este tema, es aquí donde se construyó el discurso del nuevo racismo y discriminación con un aditamento sustancial. Pues el indio es el Otro. No es el interpar, sino el enemigo al que hay que aplastar. En esta lucha corrió una gran cantidad de racismo estatal-gubernamental al abrirse procesos judiciales, criminalización, división, y provocar confrontación entre los propios indios. Enfrentar a un mismo pueblo entre sí es un gran acto de racismo y colonialismo.

Por eso el Estado colonial republicano de ayer se ha acomodado al “nuevo” Estado plurinacional. Esta es otra novedad de la mutación del racismo. Se afirma desde el poder que el Estado colonial ya no existe, pero sin embargo existe éste de modo más elocuente como los caso anotados más arriba. De esto no están exentos los alteños. En todo este tiempo se ha exaltado que El Alto es la “vanguardia del proceso de cambio”, pero en realidad El Alto sigue casi en las mismas condiciones urbanísticas que hace nueve años. El levantamiento de esta ciudad contra el neoliberalismo transnacional, se ha reducido al discurso alabatorio sin realidad fáctica. Alabar y alabar es el nuevo racismo y discriminación. Ni se ha nacionalizado el petróleo, ni se ha extraditado al criminal Sánchez de Lozada. El Alto es uno de los guardianes del proceso de cambio pero no dirige ese proceso sino los cocalero del Chapare.

Por esto el sentido de la prexistencia de lo indígena originario a la colonia, como dice la Constitución, es una no-realidad. Tampoco es real el artículo 98 de esta Constitución en que el fundamento del Estado plurinacional, es la plurinacionalidad del poder. Así hoy vivimos la gran paradoja de la revolución social. Desde el poder sostienen que hay revolución pero en los hechos no hay revolución sino contra-revolución. A lo mucho en algunas aéreas una reforma débil. La paradoja es que la reforma tiene nombre de revolución. Y lo más cruel es que tiene el nombre del indio pero sin el indio real. A no ser que el presidente indio sea el todo.

* Sociólogo aymara y alteño; responsable de la Revista Willka. Maestro por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Ecuador. Actualmente es candidato a doctor en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

Nota publicada en BolPress

TAGS: Bolivia, racismo
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