Ecuador: La gran decepción

Gracias a la publicidad con que se promociona el gobierno en el exterior, reconocidos intelectuales progresistas le dan su aval, y bajo esta garantía algunos extranjeros llegan al Ecuador ilusionados por conocer de cerca “una nueva matriz de democracia”, “una renovada concepción de la izquierda”.

Cuando se dan cuenta que el presidente de la República no tiene el respaldo de la auténtica izquierda, a la que él tilda de “infantil”, y que esta izquierda, de larga tradición y raíces intelectual y popular, de dignidad y conciencia histórica, tiene su propio candidato para las próximas elecciones, reaccionan con desconcierto, que crece a medida que se acercan a los movimientos sociales para conocer los cambios promovidos por el pregonado Estado Plurinacional.

Entonces se enteran que el presidente de la Conaie ha pedido amnistía para los líderes indígenas procesados por el régimen, y a quienes el presidente de la República se refiere como “emponchados y emplumados ignorantes.”

Es mezquina y humillante la negativa del mandatario a entender la creciente conciencia política de los pueblos indígenas, penosamente concebida durante décadas, la falta de reconocimiento del enorme valor de sus culturas, el desprecio a las circunstancias históricas que les ha tocado vivir, las inequitativas relaciones a las que les ha sometido la sociedad y el Estado ecuatorianos.

Constatadas estas realidades, el sentimiento de irritación de los ya desilusionados viajeros se acentúa al comprobar que el concepto de Sumak Kausay, recogido en la Constitución como una evaluación ético-social inspirada en la cultura quichua, ha sido manipulado y convertido en slogan propagandístico.

Crece la sensación de desencanto al informarse que el sistema de Educación Intercultural Bilingüe, manejado por los indígenas antes del advenimiento del actual régimen, ahora está considerado por los directivos del Ministerio de Educación como un gueto donde, ahora se dará más importancia a la “cultura hispana”, como si esta, la cultura dominante, no copara ya todos los espacios posibles. Algunos estudiosos se percatan que la intención es acabar con la memoria y la identidad de los indígenas para lograr la homogenización de la ciudadanía ecuatoriana.

Para quienes visitan las comunidades el desengaño es mayor, abandonadas a su suerte, su pequeña identidad que recuerda una geografía de libertad y momentos de bienestar es apenas reconocible. Abandonadas a su suerte, desplazadas por un sistema de desarrollo contrario a su esencia y a sus sentimientos, las comunidades se ahogan en la indiferencia del gobierno.

La migración hacia las ciudades conduce a la asimilación y a la extinción. El Estado plurinacional pregonado a los cuatro vientos deriva en la gran decepción.

* La autora es filóloga.

Nota publicada en BolPress