Viernes 10 de mayo 2024 | Contáctenos
Las compañías privadas, organismos estadales y hasta medios de comunicación comienzan a ceñir el acceso a la red social dentro de las oficinas porque los empleados se distraen de forma excesiva, tienden a deprimirse y disminuir la productividad.
Hablar de Facebook en la actualidad implica asociar sentimientos o emociones a familiares, parejas y amistad porque la plataforma interactiva se transformó en una extensión de la vida privada; más bien se define como ese pedacito de habitación donde todo se comparte para "demostrar que se conserva la jovialidad de hace 15 años".
Sin embargo, en los últimos meses el ámbito empresarial y gubernamental relaciona a Facebook con una perturbación del individuo capaz de disminuir al mínimo su capacidad de respuesta ante la cotidianeidad y mermar las relaciones con su entorno. Precisamente, psicólogos adscritos a escuelas de negocios británicas reiteran que si bien la red social impulsa las relaciones humanas, también contribuye a la autocompasión porque algunos usuarios intuyen "no ser tan bueno como los demás", tras apreciar como amistades "son más felices". Ese cóctel de emociones digitalizadas desploma al individuo, lo hace sentir inferior y le quita la ganas de trabajar.
Por otro lado, en los medios de comunicación de Norteamérica, los jefes de sección, editores y hasta coordinadores de fotografía discrepan del uso de Facebook dentro de la redacción porque los periodistas se dejan llevar por la navegación y pierden el norte de la jornada informativa. Aunque la red social en muchos de los casos es utilizada como una fuente de actualización y observación ciudadana para detectar focos noticiosos dentro la sociedad, los coordinadores de contenido de algunos medios estadounidenses y canadienses optan por restringir el acceso a la plataforma porque "necesitan reporteros atentos al día a día y no autómatas guiados por la incompetencia de los rumores".
Lo anterior le sirvió de marco a estrategas y consultores para concluir que el único personal que podía estar inmerso en Facebook eran los Communities Managers, eso sí, con una mirada profesional para asimilar la reputación de una marca en el ciberespacio, compartir impresiones con la comunidad de usuarios vinculados a un sector, además de precisar que se dice de una compañía en las redes sociales.
Los vigilantes silentes
El efecto multiplicador de la red azul alcanzó las relaciones laborales y en menos de un año se convirtió en un amplio portafolio para compartir hazañas o retos, a la vez que funcionó para captar oportunidades de emprendimiento dentro de la sociedad. Ese nuevo orden que comenzaba a modificar la dinámica organizacional hizo que estrategas y directivos ordenaran a coordinadores de área a vincularse a la red de amistades de los subalternos para auditar la relación de la vida privada con su rol profesional expuesto a diario.
Aunque esa práctica luzca inquisitoria, empresarios y directivos españoles concuerdan que es una acción necesaria si se desea mantener el status quo dentro del clima laboral y velar porque los subalternos converjan con la imagen corporativa reflejada en el exterior.
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