¿Qué quiere la gente?

Nadie tiene la autoridad en nombre de ninguna designación ni mayoría alguna -real, acomodada o circunstancial-, para obligar a los ciudadanos de un país a ser dejación en algún momento a cambio de algo -real o utópico a lo que se le ofrece acceder- de su libertad ni de ninguno de los valores intrínsecos a la persona humana, innegociables cualquiera sea la mesa, la hora o la forma en que ello se plantee o presente como una opción, porque tal cosa se la trate de legitimar como se la trate siempre será improcedente.

Tampoco nadie la tiene para forzarles -vía la conculcación directa de sus derechos o de maneras sesgadas- a tener que preguntarse: ¿Qué hacer?, para asegurar a todos los miembros de su familia la posibilidad de realizarse en paz y libertad según su querer y empeño en el seno de una sociedad en la que se garantiza realmente su dignidad como persona, sin que cada mañana venga acompañada de nuevas reglas y restricciones que condicionan su quehacer cotidiano.

Ahora bien, en cualquier lugar y en tal situación: ¿Qué quiere la gente?, poder trabajar y soñar en paz y libertad; y, que las autoridades se lo faciliten como es su deber. Disfrutar y disponer del producto de su esfuerzo -sin cortapisas- con vista a mejorar y afirmar el porvenir proyectado para su familia, conforme a sus creencias y dignidad como personas humanas, sin que alguien en el plan de ejercer el "rol" del hermano mayor -según su voluntad o capricho- desaliente su creatividad condicionando su quehacer cotidiano.

Incertidumbre

Además, afecta negativamente la cotidianidad de la gente -y con ello la vida familiar y al país- la incertidumbre que le crea, a la hora de impulsar sus proyectos y realizar sus tareas, constatar el accionar gubernamental en favor del establecimiento de formas de organización de la sociedad, como el llamado Estado comunal, formalmente rechazado en consulta específica celebrada de acuerdo con lo previsto en la Constitución. Expresión que ningún otro evento de naturaleza distinta puede alterar, cualquiera sea la interpretación que se pretenda darle.

Por como afecta esa propuesta la organización territorial del Estado a todos sus niveles y sus relaciones, e invade todas los campos de actividades y áreas de gestión de las personas, la ciudadanía y sus organizaciones deben analizar con la atención debida a dónde conduce tal proceder. Y, tanto por las indefiniciones que envuelve como estructura de gobierno como por los alcances circunstanciales que sus funciones puedan tener, precisar tal situación con la seriedad que amerita.