París.- Queda claro que ni Israel ni Estados Unidos o algunas de las dictaduras monárquicas del Golfo Pérsico desean que el Estado Islámico de Irán se dote del arma atómica. Simulando un eventual ataque o agresión militar a Irán de parte del Estado de Israel sobre la base de informes geoestratégicos realizados en 2009 por el investigador Sami Cohen del CERI de Francia (1) se puede proyectar una serie de opciones militares que el Estado Mayor de Israel viene analizando desde hace varios años, cada cual con sus ventajas e inconvenientes.
El primer factor a tomar en cuenta es la distancia que separa las capitales de ambos países, Tel Aviv de Teherán que es de casi 1.600 Km por una parte. Por otra parte, recordemos que Israel tiene el arma nuclear (2), aunque oficialmente no lo confirma ni lo niega, y ha adoptado una doctrina militar disuasiva llamada “Doctrina Beguin” (3) de evitar a toda costa que países árabes vecinos logren obtener la bomba atómica, como forma de asegurar su monopolio nuclear, supremacía regional y seguridad nacional.
Es una de las razones por la cual Israel atacó en junio de 1981 las instalaciones nucleares iraquíes denominado “Osirak”, destruyendo por completo su reactor nuclear, lo que frenó el programa nuclear de Saddam Hussein, quien nunca logró su objetivo final. De igual manera, hay que recordar el ataque a la construcción de instalaciones nucleares de Dei ez Zor en Siria en septiembre de 2007.
En el caso iraní, estrategas militares norteamericanos e israelíes abogan por ataques preventivos contra Irán con el objetivo no disimulado de evitar el desarrollo por completo del programa nuclear, en particular con fines militares, que lo harían inmune en el futuro, frente a todo intento de agresión externa e implicaría una reconfiguración geopolítica y militar distinta para la región del medio oriente. Lo cual no es del gusto y sabor de Israel ni de los intereses norteamericanos.
Para los analistas israelíes, Irán podría estar preparado para la obtención del arma nuclear a fines de 2012, mientras que para expertos militares de la CIA (4) las fechas han sido estimadas entre 2013 y 2014. Estas estimaciones explican y justificarían la planificación de ataques preventivos, el “problema” para estos expertos son las distintas opciones que no parecen ser tan ventajosas militar y políticamente.
Tres corredores, tres opciones, tres tipos de riesgos
La idea central de un ataque aéreo que se justificaría militarmente tendría que asegurar el regreso de la flota aérea israelí a su punto de origen por un lado, y por otra, garantizar el resultado, vale decir destruir la mayoría de las instalaciones nucleares civiles y supuestamente militares dentro del vasto territorio de Irán (1.873.959 Km2, superficie casi dos veces mayor a Bolivia).
Por razones obvias todo ataque aéreo de Israel implica sobrevolar países árabes vecinos, lo que conlleva serias dificultades diplomáticas en mérito de los distintos tratados y convenios de amistad o paz firmado con éstos; y desde el punto de visto logístico, toda operación militar desde Israel supone un cierto grado de complejidad según el tipo de opciones.
La opción militar ideal parece ser la del corredor aéreo central que supone sobrevolar Jordania e Irak, por ser un recorrido directo y corto. El problema, como indicado, de naturaleza diplomática se revela por el Tratado de Paz firmado entre Israel y Jordania en 1994. Jordania es un país con una muy alta densidad poblacional de origen palestino y pro iraní.
La segunda opción militar es el corredor aéreo por el sur, sobrevolando Jordania, Arabia Saudi e Irak, que conlleva los mismos problemas diplomáticos para Israel. La tercera opción para el ataque aéreo sería por el norte, recorriendo el espacio aéreo del Norte de Siria, Turquía, Norte de Irak para luego ingresar en el espacio aéreo de Irán.
Esta última opción es la más larga pero la más factible, sobre todo si tomamos en cuenta el actual contexto Sirio y la posición geopolítica bastante particular de Turquía. Sin embargo, por ser una trayectoria de mayor importancia implica mayor riesgo de ser detectado. Para evitar toda detección temprana, la fuerza aérea israelí está dotada de alta tecnología con radares anti-detección. Su eficacia fue probada en ocasión del ataque contra las instalaciones nucleares de Siria en Septiembre de 2007.
Por otra parte, coincidentemente, Israel ha adquirido en 2008 dos aviones Gulfstream G550-AEW (5) que tienen capacidad para perturbar las señales de radares terrestres. Según el informe, aun así, Israel necesitaría de, al menos, un centenar de aviones F-15 y F-16, además de aviones de abastecimiento. Ello se explica por el hecho que la operación debe contemplar y combinar tanto aviones de caza, anti-radares y de abastecimiento. Lo que conlleva un riesgo elevado.
Además, Irán tiene radares y baterías terrestres antiaéreos eficaces, tales como el Rapier, Stinger, Crotale, además de su fuerza aérea de aproximadamente 158 aviones, menos adelantados a los israelíes pero lo suficiente para producir bajas importantes ante todo eventual ataque aéreo.
Pero una interrogante surge en cuanto a la posesión de una de las baterías antiaéreas rusas más eficaces la SA-12 Gladiator-Giant tras negociaciones secretas con Moscú. Lo que puede constituir un muy eficaz escudo antiaéreo para Irán en caso de ataque aéreo israelí, casi impenetrable o que podría suponer un baja de al menos 20 a 30% del flota aérea agresora. Pérdidas que serían imposibles de aceptar para Israel y tendría un efecto negativo en su política interna.
Otra opción podría ser el ataque mediante misiles desde Israel, por ejemplo mediante los Misiles Jericho-III, de largo alcance y operativos desde 2003, pero con una puntería poco fiable para destruir al menos 42 objetivos seleccionados que en su mayoría son de poca superficie. Por lo que esta opción tiende a ser desechada.
Por otra parte, la cantidad importante y necesaria de aviones se explica también por el hecho de que los objetivos militares están dispersos en el gran territorio iraní, cuyo bombardeo no es posible con una sola y única operación aérea. Un ataque quirúrgico por tanto se impone en la mente de los estrategas militares israelíes, es decir privilegiar el ataque aéreo de la columna vertebral del programa nuclear iraní ubicada en las ciudades de Ispahan (Centro de investigación nuclear), Natanz (fábrica de enriquecimiento de uranio), Arak (fábrica de agua pesada) y Buchehr (reactor nuclear).
Pero esta hipótesis militar no contempla las instalaciones secretas dispersas en Irán, por otra parte, hay que considerar que varias de las instalaciones, tales como la de Natanz están bajo tierra (8 metros), lo que supone el uso de potentes armas subterráneas para alcanzar también las centrifugas que se hallan a más de 25 metros bajo la superficie. Lo que implica que el bombardeo tiene que ser preciso y en profundidad.
Para sobremontar esta dificultad, Estados Unidos ha vendido en 2008 más de 600 bombas a Israel de tipo “Quebradores de Búnker” GBU-28 con mirador láser que pesan más de dos toneladas y media con capacidad para perforar seis metros de cemento a más de 30 metros de profundidad bajo tierra.
Pero en caso de un eventual éxito de un ataque israelí, ¿cuáles serían las consecuencias previsibles a nivel humano, ambiental y político? En el caso de éxito del bombardeo de la central nuclear de Buchehr la contaminación radioactiva afectaría toda la región del Golfo Pérsico y su impacto dependería de la dirección del viento, pero con consecuencias importantes sobre la población de la región que se estiman en varios miles de muertes inmediatas y otro centenar de millar a mediano y largo plazo (cáncer y otras patologías).
En cuanto a las represalias hay que esperarse a la reacción de Irán con el lanzamiento de misiles de largo alcance de tipo SHABAB-3. Para contrarrestar esta previsible reacción, la administración norteamericana de Bush ya ha transferido tecnología avanzada con radares ultramodernos, cuya implementación ha sido ubicada en el desierto del Negev con el apoyo técnico norteamericana.
Pero también, el grupo pro-iraní del Hezbollah, desde el Líbano, podría lanzar una multitud de misiles de corto alcance, cuya cantidad sería difícil de interceptar y contener, como ya lo ha reconocido el ejército israelí.
Hay que subrayar que el grupo pro-iraní Hezbollah, desde la guerra victoriosa en el sur de Líbano con Israel en Junio de 2006, ha logrado reconstituir su stock de misiles estimado en aproximadamente 40.000 unidades, que podrían alcanzar Tel-Aviv, además de posibles operaciones kamikazes (suicidas) dentro del territorio israelí.
Una forma defensiva o contra-ofensiva de Irán contemplaría, sin lugar a dudas, el bloqueo del estrecho de Ormuz, que agravaría el conflicto internacional al paralizar el 40% de las exportaciones mundiales de petróleo y un previsible alza del crudo en el mercado internacional.
Pero lo gran paradoja de esta eventual operación militar contra Irán no haría más que reforzar un legítimo sentimiento de auto-defensa con la continuación del desarrollo de su programa nuclear, peor aún, facilitando la denuncia (retiro) por parte de Irán del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
En conclusión, estas hipótesis basadas en elementos factuales permiten deducir que de cualquier forma se trataría de una operación militar compleja, que además implica una preparación minuciosa incluso mediante infiltraciones de agentes en territorio iraní con bastante anticipación, sin la posibilidad de garantizar un resultado final favorable y tan esperado por los estrategas israelíes y norteamericanos.
Las posiciones en Israel son divergentes, dentro del propio Estado Mayor militar existen posiciones favorables para un próximo ataque preventivo, pese a todos los riesgos evocados, al ser partidarios ortodoxos de su doctrina de “Cero riesgo” y su reticencia de perder probablemente su monopolio nuclear en esta región tan sensible del mundo.
Pero también, importantes altas autoridades militares israelíes se han pronunciado contra este plan por la escalada por las imprevisibles implicaciones geopolíticas que ello puede generar. No es casual, la actual posición de Rusia (y en menor grado de China) respecto a lo que sucede en Siria, cuyo país es una pieza importante en el débil equilibrio de fuerzas y un freno a los planes de los halcones israelíes y norteamericanos.
Contrariamente a lo que se podría pensar, los regímenes árabes monárquicos de corriente sunita, no son tan desfavorables a este eventual ataque militar a Irán, pues ellos mismos temen esa hipótesis de «inmunidad» del régimen de Irán con influencia incontestable en la región, sería para ellos una forma de encargar el trabajo “sucio” a Israel, entre semitas es más fácil entenderse...
El uso de armas no convencionales como nueva arma de agresión
Se ha barajado también el uso de una nueva arma de agresión tal como se hizo en Irak con municiones con uranio empobrecido, prohibido por el derecho internacional. En el caso de una eventual agresión a Irán, las bombas a pulso electromagnético (EMP weapon) ya son parte de la realidad militar. Arma capaz de destruir todo tipo de equipo electrónico-informático (sistemas de defensa, ordenadores, vehículos y otros) dentro un perímetro predefinido, sin pérdidas humanas o al menos mínimas desde un punto de vista colateral.
El problema táctico que plantea el uso de este tipo de armas son sus consecuencias en efecto dominó difícil de estimar con precisión en este tipo de escenario a gran escala. Lo contraproducente para todos los actores involucrados en este tipo novedoso arma de guerra del siglo XXI es una probable escalada de posibles ataques terroristas con este mismo tipo de armas en menor escala en grandes metrópolis como respuesta a esta hipotética agresión a Irán. Por estas razones, esta opción parece estar descartada, de momento.
La ciberguerra y la política interna de Estados Unidos e Israel como factores de oportunidad temporal
El ataque del virus informático Stuxnet a las instalaciones nucleares iraníes, arma cibernética creada y utilizada por los Estados Unidos en coordinación con Israel, ha permitido por un lado, frenar el programa iraní y por otro, retrasar todo intento de agresión militar unilateral de parte del estado hebreo, dando un margen de maniobra suplementario a su aliado incondicional para su política externa.
Pero un segundo factor de naturaleza “temporal”, no menos importante, en cuanto a la fecha o oportunidad de una eventual agresión israelí está ligado estrechamente con la política interna de Estados Unidos, vale decir de las próximas elecciones presidenciales de noviembre y las elecciones anticipadas en Israel.
Las presiones políticas de parte de Tel-Aviv y de Washington son mutuas y de igual intensidad, según se trate de las posiciones de las “palomas” y de los “halcones” (neo-conservadores), éstos últimos presentes en el equipo de asesores del presidente Barak Obama y del candidato presidencial Mitt Romney.
En el fondo: la hipocresía internacional en materia nuclear
Mas allá del análisis geopolítico y militar de lo sería un episodio más dentro de la nueva configuración en las relaciones internacionales, no hay que olvidar que en esta “polémica” del supuesto armamento nuclear iraní, poco se dice, discute o actúa en relación a la posesión del arma nuclear de parte de Israel, estado que ni siquiera firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) (6), al contrario de Irán que lo firmó y a quien se exige respetarlo.
La hipocresía y la propaganda internacional entorno a este tema se advierte también en relación a la preparación psicológica de la opinión pública para intentar justificar este tipo de ataque “preventivo” que se dibuja lenta pero con seguridad en una nueva forma de “doctrina militar” en nombre y abuso de la paz mundial y seguridad internacional.
Esta doctrina intenta peligrosamente reemplazar, o al menos, modificar un principio fundamental del derecho internacional contemplado de forma clara y precisa en el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, por el que ningún Estado puede agredir a otro, salvo en caso de legítima defensa en el marco de una agresión actual (no futura) bajo reserva de un uso proporcional.
En cualquier caso, los Estados miembros de las Naciones Unidas han aceptado al Consejo de Seguridad como la única instancia internacional que puede declarar la licitud de toda intervención militar bajo el fundamento jurídico de defensa de la “paz mundial y seguridad internacional”.
Es la única instancia reconocida que detiene el monopolio de la fuerza pública internacional. Instancia sometida actualmente a muy serias críticas por su carencia democrática y el derecho a veto de cinco países, los mayores productores de armas en el mundo.
Vivimos a la hora actual una suerte de síndrome de “Minority report” (7), donde se intenta justificar el castigar un crimen aun no cometido o quizás nunca se cometerá ni se tuvo la intención de cometerlo; conocemos lo que puede ser el final de la película...
La agresión de un Estado a otro: un crimen internacional jurídicamente reconocido
Lo más interesante es que desde el punto de vista del derecho penal internacional, el crimen de agresión, bajo sus distintas modalidades, fue contemplado por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional8 y muy recientemente tipificado en la última Asamblea General de los Estados miembros a dicho tratado multilateral (9), el cual entrara en vigor recién el 1° de enero de 2017; entre tanto el vacío jurídico es patente o casi y la tentación muy grande.
Sin embargo, los países que no han firmado dicho histórico tratado o que no lo ratificaron aun, resultan ser actores claves en la posible futura “crisis iraní”, vale decir: Israel, Estados Unidos, China, Rusia....e Irán.
Bolivia y su política internacional en relación a Irán
Bolivia ha optado por una aproximación diplomática con el Estado teocrático islámico de Irán, aunque sin verdadera política de Estado ni debate parlamentario o público, al igual que en anteriores gobiernos pasados. Arriesgada opción diplomática que responde más a motivaciones epidérmicas en relación a Estados Unidos que en el marco de una reflexiva, inteligente y eficaz actuación en el complejo ajedrez internacional de los Estados.
Su actuación dentro de la comunidad internacional por esa carencia de posicionamiento estratégico y falta de manejo en el arte de la diplomacia entre los Estados (o incluso entre los Pueblos) lo colocan paradójicamente en un rol útil para el “imperio”, cualquier sea su nacionalidad, olor o color...
La política exterior boliviana actual deja mucho que desear pero es tema para otro artículo o incluso para todo un libro.
Notas:
1. CERI, Centro de Estudios y de Investigaciones Internacionales.
2. Según el SIPRI, Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Stockholm, Israel detendría aproximadamente 80 misiles nucleares.
3. Menahim Beguin, primer ministro israelí de junio de 1977 a octubre de 1983. Negociador del Tratado de Camp David.
4. CIA, servicio de inteligencia norteamericano
5. Este tipo de avión es fabricado por la empresa General Dynamics, constructor de los F-16.
6. El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares fue firmado en 1968 y su aplicación garantizada por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
7. “Minority Report” alusión a la película del realizador Steven Spielberg (2002).
8. En abril de 2012 sobre 193 países miembros de Naciones Unidas, 121 han ratificado el Tratado o Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
9 La Conferencia de Estados Partes tipificó el crimen de agresión en ocasión de su asamblea general en Kampala el 11 de Junio de 2010 sobre la base de la definición adoptada mediante la Resolución n°3314 (XXIX) de 1974 de la Asamblea General de Naciones Unidas.
* Abogado internacionalista, ex diplomático y consultor en geopolítica.
Nota publicada en BolPress