El vergonzoso Muro de Susana Villarán
La incertidumbre vivida en Lima por los hechos de La Parada es el costo de manejar políticamente una revocatoria que se venía venir. Fue tanto el temor, que fue necesario una cortina de humo para minimizar el impacto ante la opinión pública, sin importar sus consecuencias.
Lo paradójico es que el denominado “operativo exitoso”, como lo llamó Susana Villarán en conferencia de prensa luego de los sucesos, no fue para desalojar a los comerciantes sino para lapidarlos económicamente colocando muros de concreto armado en los accesos al mercado mayorista de La Parada y evitar el abastecimiento a los mayoristas, asfixiándolos en un proceso lento. Si todo demuestra que este fue el propósito de los especialistas de la municipalidad de Lima, debe haber un informe donde se indique cuánto durarían los comerciantes en esa estrategia de inanición. En consecuencia la policía no iba a un desalojo, así como los actores económicos del mercado no tenían la menor idea de lo que estaba pasando.
Se dice que hubo un estudio de impacto social para medir las consecuencias del traslado, focalizada a 37 trabajadores del mercado encuestados y pagándose a una Consultora. Ésta se limitó a una medición sobre la conducta de 37 comerciantes y no a un diagnóstico del universo social por afectarse, directo e indirecto, de más de 2000 carretilleros y otro tanto igual de ambulantes que dependen del comercio mayorista.
El informe de la consultoría no consideró otros actores económicos presentes en la zona: el comercio ambulatorio, los mototaxistas, los estibadores, los carretilleros, los que brindaban seguridad al mercado y alrededores, etc. ¿La Municipalidad de Lima o el de La Victoria, tienen una idea de cuántos son?, ¿Existían derechos adquiridos de algunos de ellos?, ¿Dónde están los Derechos Humanos de ellos y de los comerciantes bloqueados con Muros? Ellos merecían ser atendidos porque creyeron en la oferta demagógica de la campaña electoral de la Señora Villarán que priorizaría “el dialogo”.
En consecuencia, el retrato hablado que transmitió oficialmente la Municipalidad Metropolitana de Lima a la policía resultó errado y se limitó a exigirle garantizar la colocación de los muros (no era un desalojo). La policía fue lanzada ignorando la proporción de la respuesta ya que la comunicación no solo estaba muerta entre la MML y los trabajadores de La Parada, sino enfrentada. Los trabajadores estaban en sus actividades diarias, cuando se sintieron agredidos ante la presunción de un desalojo por la fuerza. La policía a ninguno de ellos halló delinquiendo.
La policía tampoco contó con la norma legal para bloquear el paso de vehículos en las avenidas periféricas del mercado mayorista La Parada, Decreto de Alcaldía de la MML, que recién se publicó el viernes 26 de octubre en el Diario Oficial El Peruano.
Se acaba de responsabilizar únicamente a la policía de toda esta suma de errores que debieron preverse con el diálogo. Quienes politizaron el tema disponiendo fechas para el desalojo, se lavan las manos. El “operativo exitoso”, fue lo que tenía que ser, un retrato espantoso de la incompetencia en temas sociales: cuatro muertos, 20 heridos de bala y más de un centenar judicializados, todos trabajadores de La Parada, sin mencionar huérfanos, madres y viudas.
En conclusión, el desalojo que nunca se programó, la MML lo encontró sin saber cómo ni porqué, a un costo social inimaginable y sin responsabilidad política alguna. Allí están los muros y las zanjas profundas en la pista para evitar el paso de camiones, que hoy no tienen ningún sentido. Solo son el símbolo de la vergüenza de autoridades municipales autoproclamados de izquierda e ignorantes en la lucha contra la pobreza.