A escasas horas de los comicios presidenciales de EEUU este martes, existen todavía muchas dudas sobre quién resultará vencedor. La única certeza es que Barack Obama no es el claro favorito como en 2008, cuando se esperaban los resultados solo para saber cuán abultada sería su victoria.
Ahora es diferente. Obama y Mitt Romney llegan emparejados en las encuestas y las pequeñas diferencias forman parte del margen matemático de error. Es probable que el Presidente retenga la Casa Blanca, pero ya no lo hará como aquel líder mesiánico e idílico cuyos eslóganes de "Esperanza" y "Cambio" habían encantado a multitudes dentro y fuera del país.
El Obama actual es más terrenal y pragmático; y se probó frente al temporal Sandy. Sabe que tuvo muchos aciertos, incluso en materia económica, pero también que su adversario puede fácilmente demostrar que fueron insuficientes. Debe asumir que puede ganar la Presidencia con el Colegio Electoral, pero sin el apoyo del voto popular; a la inversa de su colega demócrata Al Gore en 2000, quién ganó en las urnas, pero perdió la Presidencia por un mínimo margen de cinco votos electorales.
Con todas las cartas sobre la mesa y sin propuestas deslumbrantes a la vista, excepto que Romney se detuvo en los sondeos después de ganar terreno con el primer debate, lo único interesante de ahora al martes, es saber el resultado de los endosos que los periódicos otorgan a los candidatos.
En 2008 Obama arrasó. Obtuvo 296 endosos, mientras que a McCain lo respaldaron 180 periódicos, pero la diferencia fue aún mayor - de 3 a 1 respecto a la circulación o venta de ejemplares de esas publicaciones. Aquel porcentaje quedó reflejado en el resultado final de las elecciones (Obama ganó 365 a 173 en el Colegio Electoral), un patrón que se viene repitiendo desde hace años.
Desde 1972 a la fecha, los candidatos que obtuvieron más endosos editoriales llegaron a la Presidencia, como los casos de Richard Nixon, Ronald Reagan en sus dos contiendas, George Bush padre, Clinton y Bush hijo en una oportunidad y Obama en 2008. Hubo tres excepciones, los segundos períodos de Clinton y de Bush, y la de Jimmy Carter en 1976, cuyas elecciones sorprendieron a medio mundo.
Este año, para sorpresa de muchos, incluida la prensa, en general de tendencia más liberal y cercana a la filosofía demócrata, la carrera de los endosos se revirtió. Pese a que todavía falta que muchos diarios expresen su preferencia, un recuento de la revista Editor & Publisher, indica que Romney está ganando la carrera a Obama, 148 a 129, aunque al Presidente lo apoyan diarios de mayor tamaño.
Donde Romney está ganando ampliamente es en los estados indecisos habiendo cosechado endosos impensados. En Florida, Romney aventaja a Obama por 6 a 2; en Iowa, 5 a 0; en Nevada, 3 a 2; en Ohio, 12 a 7 y en Virginia, 4 a 1. En New Hampshire están igualados a 3 y en Colorado, Obama está 8 a 5 y en North Carolina 6 a 1. Varios de los periódicos que apoyaron a Obama en 2008, como el influyente Des Moines Register de Iowa y el Orlando Sentinel de Florida, se pasaron al bando de Romney, y en todos los casos, argumentan que el republicano es quien encarna la opción por el "cambio".
Más allá de los números, y en épocas en que los periódicos han perdido influencia informativa ante la televisión e Internet, las opiniones están divididas sobre los endosos. Muchos piensan que es una responsabilidad democrática de la prensa orientar al público e incentivar el debate. Otros consideran que los periódicos dejan de ser objetivos e independientes cuando lo hacen.
Algunos creen que los endosos solo reflejan las políticas editoriales ya conocidas de los diarios. El ejemplo más palpable es el del influyente New York Times, que oficializó su apoyo a Obama. Este diario solo respaldó a dos candidatos republicanos en un total de 39 elecciones, desde que empezó esta práctica hace 150 años.
No hay certeza sobre el nivel de influencia que los endosos editoriales pueden tener en el electorado. Sin embargo, es evidente que han sabido reflejar la carga emotiva de las campañas electorales y que han coincidido, en general, con los resultados finales. Por ello, no sería sabio descartar su lectura.