Un informe de Sigfredo Chiroque, agudo y respetado investigador de la educación peruana, analiza las características y los efectos de la prolongada aunque dispersa huelga magisterial, de los diversos grupos gremialistas a lo largo del presente año.
Los detalles con que se han estimado los tiempos y actores participantes son de gran importancia en el seguimiento de estos fenómenos. De lo ocurrido, se pueden identificar tres penosas resultantes que, a modo de heridas, están penosamente expuestas y sin la seguridad de un adecuado tratamiento.
La primera tiene que ver con la población estudiantil perjudicada. Según Sigfredo Chiroque, directamente afectados – en diferente magnitud- han sido alrededor de 4’844,000 estudiantes; una cifra alarmante que supera el 50% del estudiantado nacional.
Los obvios efectos negativos de esta situación incidirán todavía más en la baja calidad de nuestros estudiantes, aun cuando los esfuerzos oficiales con la campaña “Ponte al Día” sean loables, aunque no haya buenos antecedentes. Falta saber cuál ha sido nuestro desempeño en PISA 2012 y cuál será en la evaluación censal de diciembre (ECE), por la cual vale la pena realizar un esfuerzo especial y acelerado.
Otro saldo lamentable se da en el magisterio. Chiroque puntualiza que sus tres requerimientos no han sido atendidos: la deuda social al magisterio, el incremento remunerativo y un régimen laboral unificado. Agregamos que nunca una huelga afectó a tantos y no generó beneficios a ninguno. Ni los diálogos truncos ni los apedreamientos prehistóricos. Aquí no hay “logros” o “victorias” (a costa de nuestros estudiantes); sólo un “pago excepcional por el mes de octubre” de 300 soles, por única vez.
Queda también como secuela un desencanto importante en el magisterio respecto de sus propias dirigencias. El SUTEP está seriamente cuestionado en su larga hegemonía. Éste, como la Derrama Magisterial, se hallan asociados a la existencia de un partido diminuto como Patria Roja. El surgimiento de los CONARE es una clara señal de desobediencia, aunque también han venido a evidenciar la estrategia senderista de utilizar el descontento magisterial para erigirse como sus defensores más aguerridos.
Como hace tiempo se venía advirtiendo, los alcances de la descentralización pueden envolver una iniciativa gremialista de “regionalizar” la representación sindical. Algo de eso está en los SUTES regionales que “no quieren ser confundidos ni con Sendero ni con Patria Roja”.
Llama la atención que hasta aquí no se cuente con nuevos discursos gremiales que reivindiquen la importancia de una nueva profesionalización para el magisterio, que abandone y supere los preceptos caducos de una versión proletarizada de la docencia. Apenas una que otra tímida voz magisterial se levanta en defensa de la meritocracia, como un verdadero valor profesional al que corresponde aspirar, también por razones remunerativas, por cierto. Será que no genera adhesiones explícitas (aunque miles las valoren y apliquen en privado) y que es más conveniente defender el “igualitarismo”.
Quizás lo más triste sea que la sociedad, los padres de familia, tengan cada vez menos razones para creer y para querer a sus profesores.