Escribo estas líneas antes de saberse el resultado de las elecciones presidenciales en EEUU. Pero por el resultado de algunas encuestas a tres días de los comicios, es posible que Barack Obama se haya alzado con la reelección, ya que aventajaba a Mitt Romney en Ohio y Florida, dos de los estados clave de las elecciones.
Y si así fue, también es posible un mejoramiento parcial de los nexos diplomáticos entre EEUU y Venezuela. Hace unas semanas Hugo Chávez aseguró que si fuese estadounidense votaría por Obama y si éste ganaba podrían mejorarse las relaciones, lo cual ratificó el actual canciller y vicepresidente Nicolás Maduro. Por su parte, la administración Obama siempre ha buscado un mejor entendimiento con el venezolano y durante la campaña electoral llegó a afirmar que Chávez no representaba un verdadero peligro para la seguridad de su país, lo que le valió severas críticas del candidato republicano.
¿Pero esos nexos tan importantes en términos de comercio petrolero pueden realmente mejorarse en materia diplomática y en otras áreas? Es de dudar. Basta leer el plan de gobierno chavista 2013-2019, en el que se ratifica el carácter antiimperialista del régimen, para darse cuenta de su improbabilidad. Sin la lucha antiestadounidense la revolución chavista perdería su principal fuelle retórico.
A lo sumo, los dos gobiernos podrían restablecer los respectivos embajadores y poco más. Sin embargo, el entendimiento bilateral continuaría siendo forzado y limitado. Olvidémonos del retorno a la cooperación militar, antiterrorista y antinarcóticos que existió en los primeros años del chavismo por más que Obama se plantee profundizar su política de apaciguamiento hacia Chávez y esquivar sus discursos agresivos.
Por supuesto, si quien ganó las elecciones fue Mitt Romney ni siquiera se daría ese mínimo paso diplomático. La guerra política retornaría a los tiempos de George W. Bush aunque siempre ambos gobiernos cuidando la beneficiosa compraventa de petróleo.