[China] ¡Camaradas, diríjanse ahora hacia la cima!

La campaña que viene de finalizar el martes 6 de noviembre en los EEUU, con la victoria de Barack Obama, nos da un buen ejemplo de lo que es la democracia. Se nos puede enrostrar el rol que jugó el dinero, criticar el acoso de la publicidad política en la televisión y aun muchas otras cosas más. Pero, al final, los norteamericanos tomaron su decisión con conocimiento de causa: sabían todo o casi todo sobre los dos candidatos y en torno a sus programas. La primera economía del mundo funciona bajo el signo de la transparencia política. Es algo reconfortante.

No podemos decir lo mismo en lo que respecta a la segunda economía del mundo: China. El 18avo Congreso del Partido Comunista Chino (PCC) que se lleva a cabo desde este jueves en Pekín, en el recinto del Palacio del Pueblo, en la Plaza Tiananmen, tal como sucede con este conclave cada cinco años, está signado por la opacidad, el secreto, el misterio. Todo es oculto, arreglado de antemano por un grupo perfectamente desconocido por el hombre de a pie. ¡ Comparado a esto, el proceso de designación de un Papa caracterizado por la más discreta cooptación no sería más que acontecimiento signado por un exhibicionismo casi obsceno !  

El montaje en teoría es perfecto. Cada cinco años, los 2270 delegados enviados al Congreso por los casi 83 millones de miembros del PCC eligen a los 204 miembros del Comité Central, quienes a su vez designan a los 25 miembros del Buró Político (BP), el verdadero centro del poder. Sus miembros, 9 o 7 según los años, reinan sobre la inmensa población china.

Admirable construcción piramidal, sin embargo esta es una simple fachada, pues la designación de los miembros del equipo de dirigentes es decidida por tan solo algunas decenas de personas - que detentan o han detentado el poder - , luego de realizarse los conciliábulos y negociaciones entre diferentes facciones políticas y grupos de interés económico. Las centenas de millones de chinos no tienen derecho a la palabra. Esto es algo preocupante. E insostenible.

El presidente saliente y jefe aun, aunque por muy poco tiempo del Partido – Estado que es el PCC, Hu Jintao, aperturó el Congreso con un discurso caracterizado por una excepcional franqueza, al señalar al mal que corroe China: la corrupción reinante a más alto nivel en el Partido – Estado, tanto en Pekín como en las provincias. Esta puede ser “fatal” para el régimen, señaló Hu Jintao, puede “provocar el colapso del Partido y del Estado”.

Bien dicho. Sin embargo, sobre los correctivos, nada. Y si bien se conoce al sucesor de Hu Jintao, Xi Jinping, un hombre de buen aspecto, encantador e inteligente. ¿Pero sobre su programa, sus opciones políticas, la idea que tiene sobre la China que dirigirá durante diez años? Nada, o poco.

Y sin embargo, lo hechos los tenemos ante sí. Un buen número de las patologías que aquejan al país - corrupción, nepotismo, desigualdades, arbitrariedad - encuentran su origen en esta tipo de gobernanza, tan discreta como autocrática.

Para luchar contra la corrupción solo existe un remedio: más democracia. Esto supone dejar atrás progresivamente el control absoluto que ejerce el PCC sobre la economía y la política del país.

Durante los últimos treinta años, el pueblo chino ha traído abajo montañas. ¡Camaradas, diríjanse ahora hacia la cima!

Traducido por FRH