A Latero Ilustrado lo invitaron a votar en las elecciones de Estados Unidos y él -pitiyanqui de corazón y mente- fue muy contento (para decirlo con dos lugares comunes muy periodísticos) "a ejercer el sagrado deber" "en un conocido hotel capitalino".
Asesorado por Ña Magda, se compró un traje carísimo de la colección otoño-invierno 2012-2013, aunque en esta ciudad lo que estamos viviendo últimamente es una típica temporada calorón-aguacero, que ni les cuento.
Ña Magda lo previno acerca de no ponerse su carne-salá Montecristo, pues este "magno evento electoral" (caramba, qué fácil salen los lugares comunes en este tema) no era para nativos en general, sino para lo más granado de la alta sociedad civil. "No son unas elecciones de esas a las que vas con una sillita plástica pa' la cola. Aquello es del primer mundo", argumentó Magda.
En efecto, dicho y hecho, en el hotel de cinco estrellas (que en este caso era de 50 estrellas), estaba "le tout Caracas" (un lugarcito común de la crónica social). Destacaban los miembros de la farándula periodística (que no es lo mismo que los periodistas de farándula) y los Excelentísimos Embajadores sin Embajada (EE-sin-E), con quienes ocurre un raro fenómeno: nunca aciertan el resultado de una elección, ni acá ni acullá, pero siguen siendo reputados analistas para los grandes medios. No faltaron algunos exñángaras, también embutidos en trajes de otoño-invierno, con caras de bobo asombro, como quien anda paseando por Disney Word y se encuentra con Pluto.
Latero estaba deslumbrado por participar en un acto tan pulcro de la democracia perfecta. "Si me dejaron votar hoy, es cuestión de tiempo para que me den la green card y pueda irme demasiado", maquinaba. Se sintió un poco desconcertado porque esperaba un sistema electoral ultra-recontra-tecnológico con autentificación biométrica avanzada, basada en lectura de rasgos faciales, iris y retina, pero le dieron una cartulina con los apellidos de Obama y Romney y las instrucciones "marque con una equis". Los votos, luego, fueron contados por un señor que se mojaba el dedo con la lengua.
Latero -quien apoyó a Romney, faltaría más- fue a entremezclarse con los demás felices votantes, que se preguntaban mutuamente "¿y tú por quién votaste?". Definitivamente, aquello era "para ver y dejarse ver" (¡y dale con la crónica social!). Entrada la noche, la concurrencia se puso very happy alrededor de las pantallas. Todos coincidieron en que esta es otra de las razones por las cuales ese avanzado país puede darnos clase en materia de libertades: los resultados no los da un tal Poder Electoral, sino las cadenas privadas de televisión. ¿Se puede pedir algo más democrático?