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Martes 13 de noviembre 2012

Obama II

Por: David Uzcátegui
Obama II
Foto: politico.com

Las postrimerías de 2012 cierran con la culminación de uno de los eventos políticos más esperados del año, como lo fue la elección del Presidente de Estados Unidos, la cual le otorgó un nuevo y último periodo de cuatro años al actual mandatario Barack Obama.

Se trató de una de las elecciones más apasionantes que se ha visto en la historia de Estados Unidos, la cual coronó con la perfecta culminación del sueño americano: el hijo de inmigrantes de color no solamente llega a la presidencia, además consigue un segundo periodo.

Es Obama el primer presidente del siglo XXI, y sin duda esta reiteración de su triunfo tiene que ver con una nueva forma de conectarse con el ciudadano que ha sido su sello y que ha vuelto los ojos del mundo hacia una poderosa nación donde, más allá de las diferencias obvias entre demócratas y republicanos, hay mucho que analizar sobre el individuo que ha representado el liderazgo que los estadounidenses han reafirmado querer.

Se trata de un liderazgo natural, condición insustituible, que no se fabrica y para la cual no hay fórmulas; sin embargo también y muy al estilo de las campañas del gigante del norte hay un discurso cuidadosamente estructurado, una comunicación estudiada al milímetro y puesta en manos del mejor vocero, ya que no se ven las costuras, su actitud fluye y es profundamente honesta.

Esta sinergia entre un líder de especial carisma y una campaña altamente profesional es sin duda la clave del éxito.

Sin embargo, a no llamarse a engaños. El repitiente ha bajado su aceptación y un agresivo Mitt Romney ha logrado morder un importante capital político, que también es una advertencia para el ganador: hay un voto de confianza más no un cheque en blanco. Y las pasiones de estos meses electorales dejan, según los analistas que conocen aquellas latitudes, a un país más dividido que nunca, lo cual suena altamente dramático, pero está aún muy lejos de otras conocidas polarizaciones bastante más virulentas.

Romney ha representado un discurso más conservador y más aproximado a lo que muchos suponen es el modo de pensar promedio del estadounidense. Sin embargo no ganó; pero evidentemente representa la posición de una cantidad enorme de estadounidenses.

Por suerte, ambos líderes están claros en la necesidad de convivir e interactuar. Eso no hay que apuntarlo. Se dieron las clásicas y esperadas llamadas para felicitarse mutuamente y muy lejos está de llegar la sangre al río entre ganadores y perdedores de aquella nación.

Además está de por medio la proverbial institucionalidad estadounidense, la cual deja a los republicanos importantes espacios de poder para ejercer como contrapeso a la popularidad de Obama, que si bien es enorme, también enfrenta justas limitaciones, hecho por demás saludable.

La expectativa se centra en cómo va a administrar en su nuevo periodo su credibilidad y popularidad para manejar temas álgidos, como la economía, el polémico HealthCare, las minorías con cada vez mayor influencia, las delicadas relaciones internacionales.

Sin duda anda en un tono que resulta seductor a la comunidad mundial, pero su público a quien debe rendir cuentas es la ciudadanía estadounidense. Si logra tan solo acercarse a las expectativas, saldrá de la Casa Blanca por la puerta grande. Y como no tiene ya opción de repetir, se puede dar el lujo de tomar medidas impopulares pero necesarias, de esas que no reconocen los electores, aunque sí lo hace la historia. Amanecerá y veremos.

Nota publicada en eluniversal.com

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