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Miércoles 14 de noviembre 2012

El premio Nobel y el realismo mágico

Por: Lic. César Sánchez Olivencia
El premio Nobel y el realismo mágico
Foto: teinteresa.es

La superación dialéctica del maoísmo y los excesos de la revolución cultural, hacen brotar una generación puente, que hizo de vínculo entre el realismo socialista y la literatura del presente. Observamos que por su multiplicidad de personajes y sus ramificaciones, se parece más  a los grandes clásicos del XVIII, digo: Cervantes en novela y Dafoe en cuento, y menos a Kafka, como algunos críticos apasionados han  tratado de etiquetar a un  escritor poco conocido en occidente.

Otros críticos, dicen que  se inspira en el realismo mágico de García Márquez y  el universo de  Faulkner. El colombiano ha creado su Macondo que se parece a su natal Aracataca y convierta este espacio en el centro de algunas de sus novelas como Cien años de soledad. William Faulkner inventa su Yoknapatawpha County, que es un condado ficticio del noroeste de Misisipi, en el que transcurren varias de sus novelas. Limita al norte con el río Tallahatchie y al sur con el Yoknapatawpha. Ambos existen realmente.

Se trata de Mo Yan, Premio Nobel de Literatura 2012, capaz de escribir una novela en 25 días, e intelectual del régimen neo-comunista. Su narrativa es una matizada e irónica percepción del problema campesino de China contemporánea; casi sin obsesiones, ni dogmas, escrita con sutileza política. Escritor impulsivo y original, por su humor negro y pinceladas de erotismo, y crítica de lo absurdo de la realidad. Si existe algo de  ‘mágico’ en su estilo realista, proviene de los usos y costumbres de la China tradicional.  

Se le ha bautizado  como realista mágico pero la etiqueta requiere cierta explicación a causa de la mezcla de los conceptos aparentemente opuestos  como son realidad y magia. Ha sido el propio García Márquez, quien dijo que la realidad supera a cualquier ficción y puso como ejemplo a un pasaje de Cien años de soledad, dónde incluyó como pura fantasía, el temor al nacimiento de un niño con cola de cerdo; y, en cuanto se publicó la obra, surgieron en varias partes del continente hombres y mujeres que tenían algo parecido a una cola de cerdo. El realismo mágico está en la imaginería popular.

Otras de las premisas que se debe tener en cuenta para no caer en el facilismo de poner etiquetas sin conocer al autor, es que  Mo Yan sólo tuvo la oportunidad de releer una traducción oficial -dígase correcta-de Cien años de soledad en el año 2011, cuando ya había escrito todas sus novelas, incluyendo Las baladas del ajo. No es fácil traducir una novela escrita por una persona de una cultura muy diferente, que confunde por el juego de los tiempos verbales  para describir un solo instante, como sucede con el inicio de Cien años de soledad.

Por su parte, Vargas Llosa, en su apreciación sobre realismo mágico en la literatura latinoamericana, dijo que  “Durante mucho tiempo  se usó como una etiqueta para englobar toda la literatura latinoamericana, eso era impreciso. La etiqueta realismo mágico ni siquiera sirve para englobar a escritores de literatura de imaginación como Juan Rulfo, García Márquez, Julio Cortázar o  Borges, cada uno tiene su propia mitología personal y su propio mundo”, afirmó el escritor.

Una novela del realismo mágico, contiene elementos fantásticos o mágicos que son normales para los personajes, mitos y leyendas,  presentados por múltiples narradores. Quiere decir que lo ‘mágico’ no es más una proyección de la realidad, -una meta realidad- que se percibe a través de las sensaciones, y que de una u otra forma recurre a elementos intertextuales, que son propios de otros autores o realidades. La verdad es que no son suficientes estas virtudes para que una novela pueda graduarse de realista mágica.

Es obvio para los críticos serios que no es lo mismo hablar de fantasía que de realismo mágico.  Una narración de este tipo no debe ser exclusivamente fantástica, sino contener elementos de fantasía en una historia realista, donde dichos elementos sean tomados como naturales por los personajes. De otro modo, tampoco se trata de alucinaciones del autor, -ni mucho menos del personaje- porque éstas consisten en una percepción sensorial de la realidad ‘real’  -no virtual- pero que ocurre sin estimulación externa de los sentidos.En el realismo mágico, se plasma un mundo totalmente realista en el cual -como un deus ex machina del antiguo teatro griego- sucede algo inverosímil, que viene a resolver o complicar la situación.

Una novela de realismo mágico -aunque no se le califique como tal-tiene una temática  realista, con elementos irreales, que tienen que ver con la memoria tradicional, comúnmente referida a creencias con raíces mágico religiosas, relacionadas con la identidad cultural; un espacio, mínimo donde se desarrollan las acciones de los personajes de la historia, que tienen una visión casi onírica de la vida, lo cual, en  términos psiquiátricos, se podría decir que tienen  rasgos psicopáticos o a veces psicóticos; todo esto en medio de la pobreza y la marginación.

Su conciencia de tiempo, espacio e historia es metafísica y meta-consciente. Viven sus circunstancias en una especie de trance ‘bipolar’ con disociación de su propio Yo- contradiciendo a Ortega y Gasset cuando vincula al Yo con su circunstancia- para ‘luchar contra los molinos’. El tiempo narrativo se percibe como cíclico o aparece distorsionado, en perfecta confusión pasado-presente y/o presente-pasado. Algo de esto lo hallamos en el cuento  ‘El hombre muerto, de Horacio Quiroga, en queel hombre agonizapero no siente dolor ni se percibe la sangre.

Guan Moyen  -nombre verdadero de Mo Yan-  nació en 1955 en el condado pobre de Gaomi, provincia costera de Shandong,  donde ambientó muchas de sus novelas. Pasó una infancia en medio de una pobreza tan extrema que cuando tenía cinco años, recuerda que los árboles eran blancos “porque nos habíamos comido la corteza”.

El campo fue su escuela desde los 12 años. “Mis recuerdos están repletos de soledad y hambre. La década de 1960 fue muy difícil en China. Pasaba todo el día en el campo   cuidando de las vacas y las ovejas, mientras los chicos de mi edad estudiaban y jugaban en el colegio. Había veces que no veía a nadie  en todo el día.”

Mo Yan conjuga a la perfección “en un realismo alucinatorio, los relatos tradicionales, la historia y lo contemporáneo”, informó la Academia Sueca, al concederle el galardón. Destaca su estilo “descriptivo, cruel y muy bello para narrar la cruda historia”. La mezcla de fantasía y de realidad, de perspectiva histórica y social, ha originado un universo literario complejo. La percepción sensorial de Mo Yan sobre la realidad ocurre con estimulación externa de la vivencia de la realidad.

El colegiado del Nobel expresó que "Con una mezcla de realidad y fantasía, desde una perspectiva social e histórica, Mo Yan ha creado un universo que en su complejidad recuerda a William Faulkner y a Gabriel García Márquez. Y, al mismo tiempo, se apoya en la literatura tradicional china y las narraciones populares orales". Aunque no lo menciona la Academia Sueca, el estilo narrativo de Mo Yan, se trata de una narrativa que tiene algo de costumbrista -y por eso, aquello de ‘mágico’- y de fabulación -y por eso, aquello de ‘alucinante’.


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