Jueves 02 de mayo 2024 | Contáctenos
La reciente campaña electoral por la presidencia de la República reveló la persistencia de poderosos prejuicios que están incidiendo en el devenir nacional.
En un conocido medio alternativo, por ejemplo, se comentó que Capriles no podría representar los intereses del pueblo debido a que carecía de sangre india y negra, y procedía de una familia extranjera:
"Capriles de descendencia rusa-polaco-judía por parte de su madre y judía sefardí por parte de su padre muestra su herencia detractora cada vez que abre la boca; no tiene la más mínima gota de sangre de nuestro legado patrio: la de nuestros antepasados negros e indígenas. Por eso jamás sentirá amor por el pueblo porque no viene de él. La conexión con el pueblo no se logra a partir de un guión escrito por sus asesores o con tareas impuestas por su comando de campaña para lavarle la fachada de sifrino que tiene". (Yanethe Gamboa, "Las torpezas de la oposición", www.aporrea.org, 20 de julio de 2012).
El comentario merece una reflexión.
Cuando Chávez ganó las elecciones en 1998, anunció su intención de unir a los venezolanos: "¡unámonos todos! Los negros y los blancos y los indios; los ricos y los pobres; los trabajadores y los empresarios. Los políticos y los apolíticos. Los de la izquierda y la derecha. Los católicos y los protestantes y los ateos. Todos unámonos y seremos invencibles".
Hoy día somos una sociedad parcialmente dividida. La principal expresión de esta división es la preferencia política, sin embargo, hay otras manifestaciones que no pueden ser subvaloradas, que tienen que ver con los subterráneos prejuicios "raciales", tal como se desprende del comentario referido al excandidato opositor.
Una manera de contribuir a superar esta división es reconocer la existencia de prejuicios en torno a la coloración en la piel, así como proponer alternativas al respecto. Es parte de lo que planteamos en nuestro libro Mejorando la Raza, que acaba de salir al mercado.
Durante décadas, los venezolanos nos escudamos en el mito del igualitarismo para ocultar las diferencias presentes en la vida real, incluso, hasta adoptamos la frase "mejorar la raza" para disimular aspectos de la sociedad que no reflejaban precisamente un sentido muy equitativo.
A principios del siglo XX diversos pensadores consideraron que era necesario "blanquear" la población nacional, para estimular el progreso del país. Eso era "mejorar la raza". Con el paso del tiempo, la idea se coló en la televisión, la publicidad, el modelaje, donde siempre se dio preferencia a ciertos fenotipos.
Esta práctica, finalmente, tuvo su impacto político en el imaginario colectivo; estableció estereotipos respecto a cómo son las personas que gozan de ciertos derechos y privilegios, y cómo son las que están al margen de ello.
Precisamente, una de las fortalezas de Hugo Chávez es que ha sabido interpretar los prejuicios y las reivindicaciones simbólicas de un gentío. En sus programas sociales los pobres y excluidos son representados como dignos "vencedores". Es un mensaje que llega, que establece empatía con su audiencia. No sugiere "mejorar la raza", sino promover la movilidad social ascendente de las mayorías olvidadas durante décadas.
Nota publicada en eluniversal.com
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