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Viernes 16 de noviembre 2012

Venezuela, la ONU y los Derechos Humanos

Por: Daniel Lansberg Rodríguez.
Venezuela, la ONU y los Derechos Humanos
Foto: Referencial

El lunes por la mañana la Asamblea General de la ONU aprobó el ingreso de Venezuela al Consejo de Derechos Humanos. Entre todos los países elegidos al Consejo (incluyendo EEUU, Alemania, Japón y Brasil) sólo tres: Kazajstán, Pakistán y Venezuela fueron objeto de un escrutinio particular, dadas sus fallas históricas en relación al respeto de los derechos humanos, sin embargo finalmente sí lograron asegurar sus puestos.

La elección de Venezuela al Consejo es el resultado de una normativa tragicómica, según la cual países que regularmente violan los derechos humanos de sus ciudadanos terminan ingresando al comité internacional teóricamente dedicado a preservar esos mismos derechos.

Se trata de incentivos: para países con Derechos Humanos relativamente en orden, los riesgos asumidos por pertenecer al Consejo muchas veces pueden superar los beneficios, pues se podrían encontrar en la incómoda posición de tener que criticar públicamente a otros países amigos, deteriorando así  sus relaciones bilaterales y consecuentes lazos económicos. Ahora bien, para países "mala conducta", es decir, aquellos que tienen algo que ocultar, el Consejo ofrece una plataforma útil con la cual cubrirse mutuamente los defectos, y auspiciar resoluciones retrógradas que logren disolver la cada vez más  precaria normativa de Derechos Humanos internacionales, tras apasionados argumentos respecto a la importancia del respeto a la soberanía nacional.

Por otro lado, pertenecer al Consejo, resulta un argumento conveniente contra las críticas domésticas de sus sufridos pueblos: ¿"Cómo podemos ser nosotros violadores de los derechos humanos, si somos miembros del Consejo de la ONU..."?

Claro que éstos nunca mencionan el hecho de que países como Cuba, Rusia y Angola han servido en el Consejo, o que Libia permaneció como miembro hasta casi un mes después de  comenzar la guerra civil genocida que finalmente derrocó al gobierno.

Los países que habitualmente violan derechos humanos utilizan al Consejo como una mampara, y países más respetuosos de éstos, lo permiten bajo la esperanza de que al incluirles, serán inspirados a mejorar su comportamiento. Sin embargo, la inclinación de los regímenes abusadores es la de encontrar solidaridad entre socios con ideas afines, resultando en un cuerpo concejal de poca relevancia y legitimidad en la actualidad.

Las raras ocurrencias en las cuales el Consejo ha decidido condenar a un país, igual, suelen ser el resultado de un concurso de popularidad entre los miembros, en lugar de un análisis objetivo sobre la atrocidad relativa a la situación.

Por ejemplo, Israel, un país perpetuamente aislado de sus vecinos y con poca popularidad internacional, ha sido condenado por el Consejo más de 40 veces, casi la mitad del número total de condenas específicas que han sido  anunciadas; mientras que países como Cuba o China e incluso Siria y Sudán han sido capaces de permanecer sin escrutinio a través de una combinación de politiquería y alianzas nacionales.

¿Alguien realmente cree que la mitad de todos los abusos de los derechos humanos en el mundo entero tienen lugar dentro de los confines de Israel?

La ONU, es la organización internacional más inclusiva del mundo incluso más que las Olimpiadas y todos estos países, en teoría, son iguales. Por eso la India, uno de los países más poblados, tiene el mismo peso electoral que Guyana o Aruba. Tristemente, en nuestro mundo resultan haber más países que abusan de sus pueblos, que los que respetan los derechos de sus habitantes; aunque en algunas regiones, incluyendo a Latinoamérica, esto ya no es el caso.

Es por esto que el régimen venezolano ha tomado la táctica paradójica de buscar activamente ser miembros en el Consejo de la ONU mientras que al mismo tiempo denuncian a la Convención Interamericana. Las muchas injusticias cometidas en esa asombrosa cifra de Venezuela, como el caso de María Afiuni, probablemente pasarán desapercibidas en la ONU. Mientras tanto, en las Américas, una región que después de un siglo sangriento y divisivo está finalmente empezando a tratar a su gente de manera digna y libre de terror, el abuso sistemático de los derechos individuales en nombre de la revolución permanente seguramente hubiera causado problemas.

Con Venezuela en el Consejo, prepárense para una fiesta de "autopiropeo" por parte del oficialismo el cual anunciará que la ascensión de este país a la cima de los derechos humanos internacionales simboliza un poderoso signo de aprobación por parte de la comunidad internacional al proyecto revolucionario y al estado actual de los derechos humanos en la quinta República. No se dejen vacilar.

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