La gobernanza de Peña Nieto

En dos semanas más Enrique Peña Nieto tomará posesión como Presidente de la República. Le espera una ardua tarea al frente del gobierno de la república. Lo que le aguarda, ni más ni menos, es el reto de la gobernanza.

Para entender de mejor manera este desafío debemos tomar en consideración que, convencionalmente, el estudio de la gobernanza se divide en cuatro rubros: 1.— Como lo dijo Platón, dar rumbo a la nave de la comunidad política. 2.— Tal cual lo dejó apuntado Thomas Hobbes garantizar el orden público. 3.— Responder a las demandas sociales como lo pusieron de manifiesto Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki. 4.— Construir mayorías estables en el poder Legislativo cual ha sido la preocupación de autores como Giovanni Sartori.

Pues bien, Felipe Calderón, en estos cuatro renglones, deja pendientes (ver mi artículo del 19/X/12): 1.— Nunca definió claramente la ruta que debería seguir el país como conjunto social. 2.— Tampoco pudo sustentar sobre bases firmes el orden público. 3.— En relación con la satisfacción de las demandas populares, la administración pública fue ineficaz al atender esas exigencias. 4.— Y qué decir de la gobernanza en cuanto habilidad para construir mayorías estables en el Congreso de la Unión. La verdad, durante el sexenio calderonista, esas mayorías fueron coyunturales.

1.— El nuevo Presidente de la República, en su calidad de Jefe de Estado, lo primero que debe hace es darle rumbo político al país. Todos los demás rubros de la administración pública dependen de esta primera indicación. ¿Para dónde vamos?

Tan reacios que somos a tomar ejemplo de los Estados Unidos, aunque sea por esta vez, debemos vernos en ese espejo: Barack Obama ganó recientemente las elecciones porque marcó un rumbo preciso para la Unión Americana: no más conservadurismo; dejar atrás la cultura del egoísmo y la mentalidad utilitarista según la cual cada quien debe arreglárselas como pueda; construir un país en el que quepan todos. Con nuestro propio estilo ¿podemos intentar fijar prioridades nacionales de igual calibre?

2—- El combate al crimen organizado debe cambiar de estrategia. No puede depender del ejército, sino de una idea integral de conformidad con los cánones internacionales. Esos cánones indican, como prioridad, pegarle al lavado de dinero; emprender una sistemática y planeada acción de inteligencia policiaca acompañada de una política social tendiente a fortalecer la educación, la salud, el deporte y la creación de empleos.

3.— Enrique Peña ha hecho hincapié en que tengamos un “gobierno eficiente”. De acuerdo, pero eso no basta. También debe ser un gobierno justo.

Como lo dejó apuntado John Rawls en su libro Una teoría de la justicia: “La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy atractiva, elocuente y concisa que sea, tiene que ser rechazada o revisada si no es verdad; de igual modo, no importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean ‘eficientes’: si son injustas han de ser reformadas o abolidas.” (A Theory of Justice, Harvard University Press, p. 3; traducción al español, FCE, p. 17).

La tecnocracia neoliberal, que lleva apoltronada en el poder por más de 30 años, ha sido bastante eficiente para los propósitos que se ha trazado, pero ha dejado al país hundido en la miseria. Es hora de que esa estrategia de política económica se revierta de una vez por todas.

4.— Por último, pero no menos importante, está la cuestión de las coaliciones en el Congreso de la Unión. Tomando en consideración los primeros escarceos entre los grupos parlamentarios aún hay incertidumbre. Para llevar a cabo una gobernanza estable, el PRI necesita alianzas de largo plazo y no estos vaivenes y jaloneos. Ojalá y la izquierda democrática entienda de qué se trata el asunto.

*Profesor del Tecnológico de Monterrey (CCM)

Nota publicada en eluniversalmas.com.mx