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REDES SOCIALES
Martes 20 de noviembre 2012

Semejanzas

Por: Julio Dávila Cárdenas.
Semejanzas
Foto: Referencial

Castro y Hitler fueron grandes comunicadores. Supieron despertar grandes pasiones y se identificaban con los más humildes. Desplegaron todo el poder de la propaganda para crear sensaciones de eficiencia, pero también de odio. Formaron estructuras paramilitares con individuos a quienes militarizaban y con ellos trataban de aterrorizar a los adversarios que eran vistos como enemigos. Siempre señalaban como culpables de todo lo malo que les sucedía, al imperio. En el caso de Castro a Estados Unidos y en el de Hitler a Inglaterra y al "capitalismo burgués" que representaba en los judíos. Se valían del engaño como arma fundamental. Con Hitler, la mentira repetida se convertía en verdad. Con Castro, se hacía creer que ignoraba todo lo que perjudicaba al pueblo ya que si lo hubiera conocido lo habría resuelto castigando a los culpables. "La propaganda -dijo Hitler- debe establecer su nivel intelectual de acuerdo a la capacidad de comprensión de los más rudos hacia aquellos de los cuales va dirigida. Mientras más bajo sea su nivel intelectual más grande será la masa de hombres que convencerá".

La propaganda totalitaria es simple y repetitiva. El control de los medios de comunicación social fue fundamental tanto para Castro como para Hitler. Estaban convencidos de ser una especie de Mesías para sus países y para el planeta. Su locura contagiaba a sus colaboradores. Rudolf Hess llegó a decir: "Adolfo Hitler es Alemania. Alemania es Adolfo Hitler. Quien presta juramento a Hitler presta juramento a Alemania". A los soldados se les exigía jurar: "Yo pronuncio por Dios este juramento sagrado: debo una obediencia incondicional al Führer del Reich y del pueblo alemán, Adolfo Hitler, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas". Dejar al loco ejercer sin límites su poder llevó a una de las mayores tragedias de la historia alemana y de la humanidad. El general Ludenford, que en 1923 se había asociado a Hitler y al conocerlo se había apartado de él, en 1933, temeroso de que el presidente Hindenburg llamara a Hitler a formar gobierno, le escribió una carta advirtiéndole: "Le prevengo de la manera más solemne que este hombre nefasto va a arrastrar a nuestro país al abismo y a nuestra nación a una catástrofe inimaginable. Las generaciones futuras le maldecirán en vuestra tumba por haberlo permitido".

Dictaron leyes que terminaron por cancelar todos los derechos políticos y civiles y sujetaron el derecho de propiedad a la arbitrariedad del Estado. Acabaron con el federalismo y todo quedó en manos del poder central. En el caso de Hitler, siempre con formalidades "democráticas" logró culminar su sistema totalitario y pateó la Constitución como le vino en gana, mientras decía que la aplicaba a cabalidad. Castro no tuvo necesidad ya que llegó al poder mediante un triunfo militar y se valió de ello para acabar con todo y quedarse 50 años en el poder.

Cuantas semejanzas entre ambos, aparentemente distintos en su ideología pero exactamente iguales en sus propósitos. Esas tristes historias deben servir de ejemplo para no repetirlas. Es responsabilidad de cada uno de nosotros. A luchar y a votar.

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