Me sorprende, y me incluyo, la extraordinaria tolerancia de los venezolanos. Vivimos asilados en nuestras viviendas, tenemos miedo de hablar, protestar y hasta salir de nuestros hogares. Circulamos en rutas predeterminadas, no nos atrevemos a salir de noche y como conductores pasamos horas en las colas mirando por el retrovisor y tratando de adivinar las intenciones del próximo motorizado, de los ocupantes del vehículo que tenemos atrás o de la lujosa y negra camioneta de algún funcionario con sus escoltas. El Banco Central nos abruma con su propaganda sobre la reducción de la inflación, pero cada día aumenta la factura del mercado y disminuye la cantidad de lo adquirido.
Más de 500 mil venezolanos han abandonado el país y con ellos ha migrado el capital más importante de una nación: el talento.
Las universidades autónomas, junto a algunas privadas, las mejores del país, están económicamente acorraladas por un gobierno que no tolera la disidencia, detesta la inteligencia y odia el éxito porque ha basado su poder en el populismo más ramplón -y efectivo desde el punto de vista electoral- que hayamos visto en América Latina.
En efecto, ¿qué importa que los 25 mil profesores universitarios tengan una remuneración miserable o que la investigación científica y el desarrollo tecnológico hayan retrocedido 20 años? Tampoco parece tener mucho impacto que el Gobierno confisque fincas, estacionamientos o negocios, que se apodere de bancos, canales de televisión y que trate de controlar el cerebro de los niños mediante la imposición de programas educativos. Ahora, como si fuera poco el daño causado, tratarán de reducir la importancia de las gobernaciones y alcaldías trasladando el centro del poder a unas "comunas" que sólo serán reconocidas si sus dirigentes están alineados con el Gobierno. ¿Por qué son tan importantes las comunas para el gobierno?
La estrategia
La respuesta es simple. Son parte de la estrategia para burlar la Constitución y liquidar a la democracia. Los representantes de las comunas, a diferencia de los gobernadores y alcaldes, no serán electos en forma directa y sólo serán aceptados cuando un ministro les dé el visto bueno. ¿Qué debemos hacer? Fortalecer las instituciones existentes mediante el voto. Si a algo teme el Gobierno es perder posiciones regionales y locales de poder, porque carecen de candidatos competentes.
Los ciudadanos debemos evitar que a los terrores que nos acosan, se sume otro, vecinal, ilegal y apoyado por las armas, que decidirá cómo debemos vivir, comer, hablar o educar a nuestros hijos.
Existen compatriotas desilusionados y otros que piensan que la "oposición" -como si ellos no fueran parte de la misma- no ha sido tan eficaz como debiera. Para ellos mi invitación a votar y a protestar. Pero como respeto a las personas, no puedo, ni debo, decirles más. Que cada uno actúe de acuerdo a su conciencia, competencias y principios.