Los resultados de las distintas encuestas publicadas esta semana coinciden en que si el referéndum revocatorio se realizara este domingo, la alcaldesa de Lima sería revocada por un abrumador 65% de la población. Estas cifras son devastadoras porque su mayor rechazo se concentra en los sectores D y E, que son "supuestamente" los grupos más identificados con sus planteamientos ideológicos. Se desprende, por lo tanto, tres conclusiones claras: 1) que a esa mayoría que hoy votaría a favor de revocarla no le interesa para nada su ideología; 2) tampoco le importa si el proceso es justo o legítimo; y 3) que mucho menos importan las voces de aquellos que se creen influyentes y se pronuncian en contra de revocarla.
Es por ello que hace mal Susana y su grupo insistiendo en descalificar la legitimidad de la consulta, impugnando la decisión del JNE o buscando supuestas manos negras detrás del tema. El referéndum revocatorio es un hecho y perder el tiempo cuestionándolo es una pésima estrategia. Ella debe comprender que este es un llamado de atención de los vecinos a su gestión, a su equipo y su manera de gobernar y a menos que haga un viraje de timón drástico con acciones concretas que demuestren un verdadero cambio su suerte estará echada.
La única forma de revertir la tendencia actual pasa por la necesaria reflexión de Villarán sobre qué ha hecho mal y proceder a corregirlo inmediatamente, pero no con más promesas, sino exhibiendo una realidad cambiada. Recuperar la confianza popular es difícil pero no imposible. La alcaldesa sabe que situaciones extremas requieren medidas extremas. Si hace lo correcto, podría lograrlo.
Nota publicada en larazon.pe