La mutilación del archipiélago de San Andrés [Colombia y Nicaragua]

Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia, el archipiélago de San Andrés y Providencia quedó literalmente mutilado. El mar de los siete colores, que histórica y jurídicamente nos pertenecía desde 1802, quedó cercenado por la decisión de una corte internacional, que en aras a las buenas relaciones con los gobiernos del mundo toma posiciones "salomónicas", que muchas veces van en contra de las regiones geoculturales, y en contra de sus pobladores.

En el dictamen de la CIJ hay varios errores garrafales que es necesario señalarlos, pues las consecuencias de este fallo van a ser graves no solo para Colombia y Nicaragua sino para la región del Caribe.

La CIJ no miró el archipiélago como una región integral, sino que haciendo abstracción jurídica, olvidó que el archipiélago es una zona geocultural, compuesta por el mar y sus pobladores. Si miramos con atención el nuevo mapa que quedó después de la funesta decisión, hay que decir que el archipiélago de San Andrés quedó encerrado en una tenaza que no le permite tener posesión y usufructo del mar.

Pero la CIJ no solo mutiló el archipiélago. Con su decisión, desconoció parcialmente el tratado Esguerra-Bárcenas, incrementando el conflicto de límites marítimos en la región.

Por supuesto, la responsabilidad de este descalabro no se debe únicamente a la decisión infortunada  de la CIJ. También, hay que decirlo, la responsabilidad la tienen los diferentes gobiernos del país que nunca debieron llevar a una corte internacional una decisión que histórica y jurídicamente no tenía discusión.  ¿Por qué dejamos en las manos de una corte internacional nuestros límites marítimos? ¿Acaso no estábamos seguros del tratado Esguerra-Bárcenas? ¿La flamante comisión del Gobierno, presidida por excanciller Julio Londoño Paredes, no sabía que el Artículo 101 de la Constitución dice que los límites del país deben ser aprobados previamente por el Congreso de la República?

Desde 1819, fecha de constitución de nuestra República, Colombia ha sido un país débil y arrodillado frente al mundo. Nunca hemos tenido dignidad. Nuestra clase dirigente siempre ha mirado con desdén y fatalismo al resto del país. Por esto perdimos a Panamá, que lo feriamos por 25 millones de dólares de la época; por esto hoy estamos perdiendo 75.000 km cuadrados de mar, dejando a la deriva a miles de pescadores raizales y de la región. 

Es urgente que el presidente Santos exija una aclaración y una revisión de esta medida tomada por la CIJ, y lleve nuevamente su posición ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.  

Pero también el presidente Santos y su ministra de Relaciones Internacionales María Ángela Holguín tendrán que darles las explicaciones del caso al Congreso y al pueblo colombiano.

Una buena porción del mar no se puede perder porque así lo dicta un comité internacional que, al fin y al cabo, está compuesto por seres humanos, o por la chapucería de nuestros funcionarios de la Cancillería, donde la politiquería está por encima de los intereses de la Nación.

Mientras tanto, tenemos que rodear y darles el apoyo necesario a los pobladores de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; hacer presencia en nuestros territorios de ultramar, y, por supuesto, vigilar nuestras costas, pues después de escuchar al presidente de Nicaragua Daniel Ortega, no hay duda de que él va por todo (Con información del diario El Tiempo).