César Gutiérrez, autor de estas líneas
Más de una rasgadura de vestiduras se ha producido en los medios de comunicación peruanos y su voceros comedidos, por las frases emitidas en Cuenca, Ecuador; por Ollanta Humala, donde haciendo de corifeo del Presidente Rafael Correa, lanzó críticas sobre: la calidad, sesgo e intereses de las publicaciones que se hacen en nuestro país. Innecesaria afirmación, cuando los medios lo tratan bastante bien, es más, diría que son demasiados contemplativos con su gestión que la califico de mala a muy mala, a pesar de las buenas cifras económicas exhibidas, que no vienen a ser sino la inercia del continuismo, no mostrando cambio alguno que es más que necesario.
La pauta de la tolerancia la ha marcado el sector empresarial, que como nos los ha agredido como esperaban, están muy contentos con su conversión a los credos ortodoxos. Unidad valorativa fuera de lugar, pero por este sendero gustan de transitar ciertas élites, que con gran desatino, van al alimón con el pensar de la turbamulta.
La pregunta es: ¿que le pasó al comandante en retiro para cometer este estropicio, en tierras ecuatorianas? Por lo que veo y analizo al personaje en cuestión, afirmo que la razón es la orfandad que tiene por sus cuatro costados: identidad personal; elocuencia; programática porque doctrinaria ya sería mucho pedir y de comprensión de lectura textual y política. En buen romance, fue un desliz por no tener nada que decir. Se entusiasmó de escuchar al Correa contestario, que él alguna vez fue, aunque queda clarísimo que era solo pose electorera.
No comulgo con los que satanizan a Correa por su accionar contra la prensa, solo se muestra una cara de la medalla. Él es un confrontacional por definición y ha colisionado con intereses de los grupos de poder en su país, incluido el mediático que ha buscado amedrentarlo con denuncias. Aquí también ocurriría probablemente lo mismo, si hubiéramos tenido en el gobierno, al Humala de campaña. Por eso juzgo su intervención en Ecuador de desatinada. Tenga más cuidado comandante y no hable más de la cuenta; cuando no tenga nada que decir, el mutismo es el mejor compañero, de lo contrario su débil gobierno va a colisionar inútilmente con quienes usted no puede ejercer control alguno.