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Jueves 29 de noviembre 2012

"Chávez sí, Castro no"

Por: Alejandro Angulo Fontiveros.
'Chávez sí, Castro no'
Foto: Referencial

En uno de los mítines del presidente me llamó la atención el ver enarbolado ese detonante cartel. El triunfo de Chávez fue con inmensa ventaja: 1.800.000 votos encima: cien estadios (UCV) de béisbol llenos. Por el carisma de ese gran animal político y por lo falaz e insulso de Radonsky, creí su victoria mucho mayor. Hubo dos causas.

La primera en conexión con aquel cartel, más que por Fidel motivado por un comunismo al que se relaciona, por harto motivo, con la penuria, el intervencionismo y la restricción de libertad. El comunista Malato decía que la comuna es lo más "opresor". El padre del anarquismo y su más brillante filósofo, Prouhdon, llamó al propietario "animal sin virtud ni vergüenza" y "usura y rapiña" al arrendamiento e influyó en que el comunismo también lo abominara; pero llamó "espantajo" al comunismo por liberticida.

El gran afecto popular al presidente es por su amor a los pobres, cuyo desprecio combate con la sostenida campaña de humanización, tan supremamente justa cuan valiosa, de reconocerlos como seres humanos e imponer su inclusión moral. Y porque lidera con rotundidad un proyecto de justicia social con ingente beneficio salutífero, educativo y solidario; pero es tan harto comprensible ese apoyo como difícil extenderlo a un plan tan fracasado como el comunista. Y como ya el presidente se declaró marxista, es lógico suponer que se propone comunizar al país. Hay algunas iniciativas preocupantes, sintomáticas de querer navegar en esos mares procelosos y debe primar la rectificación para no profundizar en ese gravísimo error...

Otro factor, aún de más motivación, es que el hampa es el verdadero soberano, por la más escandalosa impunidad de toda laya de envalentonados delincuentes, mimados por ¿leyes? fofas hasta la cabronería. Una vez escribí aquí que los opositores más eficientes son los criminales, quienes de manera comunísima se ensañan contra el máximo bastión del presidente, la clase popular, que con atroz sufrimiento vive -sin llegar a la edad provecta- "la triste edad de los lutos", como dicen los franceses; pero el Gobierno insiste en otro patético mito comunista acerca de que con la extinción del capitalismo desaparecerán los delincuentes, aunque en la Historia los comunistas han sido los más duros contra ellos.

Es muy de lamentar que en un tema tan sangrante no se invoquen las enseñanzas del Libertador: "La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos"; "La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud"; "La clemencia con el malvado es un castigo del bueno, y si es una virtud la indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no por un Gobierno".

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