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REDES SOCIALES
Sábado 01 de diciembre 2012

Qué es y cómo se hace una política pública

Por: Lic. César Sánchez Olivencia
Qué es y cómo se hace una política pública
Foto: espaciodjs.com

Las políticas públicas no son las acciones que realizan algunos funcionarios, en cualquiera de sus niveles, por el principio de inercia. Este es un error conceptual.  Las políticas son cursos de acción destinados a la solución de problemas que afectan a la población. Reflejan las intenciones de los gobernantes. Las políticas son el resultado de una serie de decisiones y acciones de numerosos actores políticos y del gobierno. (Rose, 1967; Pressman y Wildavsky, 1973)

El diseño de la política pública es una acción colectiva intencional, que se direcciona por un camino A o B, en virtud del resultado de las decisiones e interacciones que comporta son los hechos reales que la acción produce. Se relaciona más con   los  hechos que con las propuestas. Por eso, la política pública es una medida de la legitimidad del gobernante. El  conjunto de actores -la población- al tratar un problema o asunto de interés, son los jueces que declaran ´culpable’ o ‘inocente’ a la autoridad.

En la perspectiva de la población, la política pública es una hipótesis en proceso de comprobación, para validar sus resultados: las necesidades insatisfechas. La praxis diaria permitirá que la teoría se articule con la realidad.   Las políticas se entienden como una declaración de intenciones, metas y objetivos, que el pueblo conoce a través de sus sensaciones, y percepciones. “Las políticas son una cadena causal entre las condiciones iniciales y las futuras consecuencias” (Pressman y Wildavsky).

-Señor, hágase una política para la formalización de las Mypes.

-Yes, Sir, al toque.

O se hacen bien o mejor no se hacen. Es el mejor consejo que  puedo brindar al júnior en políticas públicas. La mayoría de autoridades piensa que hacer una política pública es cuestión de niños de teta. Por esta razón se produce el fracaso y la protesta de la población. Los más “inspirados” se reúnen a inventar una política alrededor de un escritorio y comiendo sanguchitos de Mc Donald. Mientras que los “eminentes” se limitan a  decir “es mejor la práctica que la teoría”. Improvisan en el campo de acción..

Ahora que está de moda la gestión pública por resultados, aunque aún  sin poder medir el impacto, es urgente que el Estado se ponga a rehacer las políticas públicas que no han podido resolver los problemas. La mayoría son problemas que se han  heredado del pasado, como es el caso de los conflictos sociales ambientales.

Cómo dijo el BID en el año 1997, “Una política inteligente sería aquella que cumpla con los requisitos de ser específica, medible, precisa, realista y limitada en el tiempo”. Una buena gestión de las políticas públicas, se relaciona con la gestión por resultados. Es inteligente cuando es estable en el tiempo -y al mismo tiempo-  adaptable al entorno cuando cambian las circunstancias, coherente con las políticas intersectoriales (no olvidar la transversalidad), coordinada entre los actores que participan en su formulación e implementación.

Los resultados distinguen   la gerencia social del Estado de los intereses del sector privado; distinción entre  “ciudadano” y “cliente” que es fundamental para subrayar la asociación y complementariedad que debe existir entre eficiencia privada  y equidad pública. Una política pública debe hacer equilibrio entre estos dos factores para evitar los excesos del “eficientismo”. La economía de un país debe crecer para  elevar la calidad de vida de la población, y combatir la pobreza y la desigualdad.  No debe olvidar sus objetivos estratégicos.

El PNUD en el año 2006 afirmó: “Con ello, cabe esperar el surgimiento de sinergias, efectos de retroalimentación, efectos multiplicadores, impactos positivos, economías de aglomeración, economías de escala, ampliación del mercado y mayor productividad. Se debe definir prioridades, asignar responsabilidades y establecer plazos, con el propósito de evitar dispersión de acciones, duplicación de funciones e incumplimiento de expectativas”. Es  un proceso permanente y sistemático.

Aunque se disponga de recursos económicos y financieros suficientes, con capital humano calificado, tiempo apropiado y con la infraestructura necesaria y, en general, existan las mejores ventajas comparativas, si se formula una política pública  sin coordinación, su impacto será inferior o nulo, frente a aquella que se haga de manera coordinada, con el pensamiento y la acción en forma de redes de relaciones, donde prime la cooperación entre las partes, la articulación de actores del Estado y la sociedad. Coordinar es la palabra clave en el mundo actual, ya sea con aldea global o local, porque ninguna persona o grupo puede hacerlo todo con éxito.

-Señor, ¿cómo andan las Mypes?

-Todo está OK, señor...

Debemos olvidar estas frases triunfalistas. La opinión pública perdonó al expresidente Clinton,  porque dijo la verdad con respecto al affaire Lewinsky, y ahora ha sido el más simpático demócrata en  la campaña del presidente Obama. Las políticas públicas tienen que ser coordinadas desde el centro del poder, para asegurar que los diversos niveles de ejecución cumplan con las acciones que se ha diseñado e implementado. Antes que pecar por exceso es mejor pecar por defecto.

Diseñar, implementar y evaluar una policía pública no es tarea fácil. Sin una excelente coordinación  todo se puede venir abajo como un  castillo de naipes. Los tomates y las puyas serían el resultado. La supervisión, monitoreo y evaluación es un operativo permanente de seguimiento de la aplicación de la política pública: es la clave del éxito. Un consejo para el júnior que asume el cargo sin conocer sus funciones: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein).

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