Peligrosas han sido las declaraciones de los ex presidentes de Chile, Ricardo Lagos, Patricio Aylwin y Eduardo Frei, así como las del ministro de Defensa, Andrés Allamand, de la secretaria general del gobierno, Cecilia Pérez, y hasta del propio presidente Sebastián Piñera, sobre el próximo fallo en la Corte de La Haya.
Peligrosas porque Ricardo Lagos declara que “lo importante es que la Corte falle conforme a derecho…porque de lo contrario se erosiona su prestigio internacional”. Es decir, o falla a favor de Chile o su fallo se desprestigiará. Y, por lo tanto, Chile lo desconocería.
Eduardo Frei es aún más explicito: en alusión al reciente fallo en el contencioso entre Colombia y Nicaragua, declara que “los fallos salomónicos no son convenientes y ponen en duda la legitimidad de la Corte”. Es decir, un fallo contra Chile o no totalmente favorable a él, deslegitimaría a la Corte, por lo que sería desconocido.
Más recientemente, mientras el titular peruano de Defensa, Pedro Cateriano, señalaba con énfasis el respeto y acatamiento al fallo, su colega chileno Andrés Allamand, se refería al respeto “al derecho internacional y a los tratados”. De la misma forma lo hicieron la secretaria general del gobierno, Cecilia Pérez, y el presidente Piñera. Éste –en la declaración conjunta a los medios tras la cumbre de Unasur– mientras nuestro jefe de Estado, Ollanta Humala, señalaba expresamente su compromiso de acatar el fallo e invitaba a Piñera a hacer lo propio, él se refería al respeto al “derecho internacional y a los tratados”. El mensaje es claro: Chile considera que ya hay un tratado de límites marítimos con el Perú y defendería su vigencia al margen o contra el fallo de la Corte Internacional.
En resumen, Chile nos está advirtiendo que si el fallo de la Corte le es adverso no lo acataría.
La ambigüedad ha sido y sigue siendo la característica de los pronunciamientos chilenos sobre la controversia marítima. El Perú, en cambio, sólo ha tenido un argumento. Espera que la Corte dirima a su favor porque cree firmemente que el derecho lo ampara pero acepta someterse a lo que la Corte determine, aceptando su fallo, sea cual fuere. Y algo más que es consecuente con su desarrollo de los últimos años y el espectacular acortamiento de las brechas que nos separan de nuestro vecino: plantea una agenda de futuro, amistad e integración (Con información del diario Expreso).