Banner Tuvivienda
Viernes 29 de marzo 2024   |   Contáctenos
REDES SOCIALES
Miércoles 05 de diciembre 2012

El día del minero

Por: Guillermo Vidalón del Pino
El día del minero
Foto: Difusión


Guillermo Vidalón del Pino, autor de estas líneas


Hoy, 5 de Diciembre, celebramos el “Día del Minero”, se conmemora el esfuerzo personal, el espíritu casi de aventura del explorador, el del investigador que coge una roca y la analiza y escudriña en su interior si su contenido pudiese resultar en algún producto que, procesado y transformado, sirva para servir.  Aunque parezca una simple redundancia.
 
Paso a explicarla, el minero es como cualquier otro ciudadano, una persona dispuesta a trabajar para entregar su contribución a la sociedad ¿Y cuál es ese aporte?  Pues todo empieza en la etapa de exploración con sus respectivas fases, cateos, prospección, perforación, etc.
 
Por ejemplo, el minero geólogo recorre el país, haya o no caminos, haya o no servicios que acostumbramos denominar básicos.  Habita en carpas durante semanas antes de retornar a la ciudad más cercana.  Cuida el agua al máximo, sabe que debe portarla hasta su base de exploración.  Allá, a veces, la comunicación se dificulta porque el minero está ubicado en un punto rodeado de cerros y no hay antenas en aquellas cumbres.  La voz de los padres, la esposa o los hijos se transforma en la mejor caricia.
 
Si hay suerte y todo hace indicar que el depósito hallado tiene suficientes recursos, la siguiente etapa es convencer a un conjunto de inversionistas para desarrollar el proyecto.  El minero que, durante la etapa de exploración aprendió a convertirse en su propio administrador, líder de cuadrilla, etc.; ahora, en adición,  deberá convertirse en economista.  “Bueno…el conocimiento nunca está demás” -se dice a sí mismo y prosigue-.
 
Ahora, nuestro minero es geólogo, administrador, economista y hasta psicólogo.  Convencer a los inversionistas no es tarea fácil.  “Entiendo que usted tiene un depósito importante, pero quiero saber si debo confiar en su país”.   En adelante, el minero tendrá que conocer de historia, derecho -por la legislación aplicable-, relacionamiento social con las poblaciones del entorno, comunicador, tramitador, etc. y etc.
 
Tomada la decisión para el desarrollo de algún yacimiento, nuestro minero debe bregar con el más frondoso, enraizado y enrevesado de los “bosques” nacionales.  Tanto así que hasta se han creado diplomados y maestrías para aprender a lidiar con los vericuetos de los procesos de aprobación en el Estado, “Tramitología” es el nombre que le han puesto.  Quizás estén en lo cierto, tienen un ámbito u objeto de estudio, quién sabe si hasta se haya desarrollado un método para abordarnos en la aventura de su conocimiento.
 
Después de muchos años, cuando el minero ha logrado vencer toda la tramitología y, en paralelo, logrado el financiamiento, empieza el desarrollo y posterior ingreso en operación.  Equipos de gran tamaño hacen su aparición para remover la tierra, colocar explosivos, el minero debe ser muy preciso en lo que hace, porque de lo contrario, pone en riesgo su propia vida.
 
Luego de la fase del desbroce, alcanza el mineral y de allí a las chancadoras y concentradora.  Si su proyecto está equipado para iniciar la fase industrial (como en el caso de Southern Peru), tendrá una fundición y hasta refinería y, de allí a los mercados de consumo para su posterior transformación.
 
Los rostros de los mineros se iluminan por la consecución del objetivo, pero, por sobre todo, porque los poblados más alejados del país ahora cuentan con un camino que los acerca a las ciudades, a la escuela a los niños de estas zonas  muchas veces inhóspitas, a los enfermos al centro de salud, etc.
 
En adicción, el minero se siente orgulloso que el Perú haya avanzado, en gran medida, gracias a su esfuerzo compartido y tesonero en pos del Bienestar y Desarrollo de todos sus ciudadanos.

Participa:
Valorar
Cargando...
COMENTARIOS
0 comentarios
2018 Grupo Generaccion . Todos los derechos reservados    |  
Desarrollo Web: Luis A. Canaza Alfaro    |    
Editor de fotografía: Cesar Augusto Revilla Chihuan