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Miércoles 05 de diciembre 2012

Si Chávez tomase posesión en La Habana

Por: Rubens Yanes.
Si Chávez tomase posesión en La Habana
Foto: Referencial

En muchas ocasiones Hugo Chávez ha asomado su visión de hermandad entre Venezuela y Cuba. En más de una ocasión el Presidente Comandante y su homólogo cubano han afirmado que los dos países son una misma nación.

Venezuela ha recibido con los brazos abiertos a centenas, sino miles de cubanos que han venido a colaborar con nuestro pueblo en áreas tan diversas como seguridad, deporte, industria, salud, etc.

Por su parte, Cuba ha abrazado con alegría no sólo al petróleo venezolano, sino que agradece que Venezuela le haya hecho socia en varios negocios en esa área y en otras: los puertos, la importación de teléfonos móviles, entre otros.

Es por ello que no sería extraño que el Comandante Presidente, líder continental e interplanetario, decidiera sincerar las cosas y para ahorrarse las interrupciones al misterioso tratamiento de su más misteriosa enfermedad, decida tomar posesión en La Habana... de ambos países.

Sería un acontecimiento aquí y allá y su repercusión se haría sentir en todo el mundo. Ese tipo de cosas que le gustan al presidente.

Los primeros sorprendidos -seguramente- serían los cubanos, nada acostumbrados a que haya un jefe máximo que no se apellide Castro, y más al saber que fue elegido por los votos, aunque no hayan sido los de ellos.

En Venezuela -como siempre- habría quienes aplaudirían a rabiar el gesto del comandante, calificándolo de preclaro y valiente. Mientras que la otra mitad del país sentiría el horror propio de los grandes cambios inconsultos e inaceptables, que nuevamente les ganarían los epítetos de "apátridas" y "pitiyanquis".

Los gringos pegarían el grito al cielo, pero los países del Unasur le replicarían que es un asunto fuera de toda injerencia, parte de la estrategia de integración subcontinental. Se revelarían planes de hacer lo mismo con Cristina de Argentina y Ortega en Nicaragua; Evo manifestaría su despecho pero aceptaría hermanarse con Correa en Ecuador. Santos y Piñera mirarían a otro lado y saludarían de lejos a Peña Nieto, en espera de que vengan mejores tiempos.

La toma de posesión se haría en la Plaza de la Revolución, aunque sería breve para ahorrarle el trajín a los convalecientes Chávez y a Fidel. Cantarían Silvio Rodríguez y, por Venezuela, Hani Kauan. Muchos primeros mandatarios asistirían, incluyendo al actual hombre fuerte de Cuba: Raúl Castro.

El menor de los Castro -contrario a lo que pudiera esperarse- no estaría circunspecto. Sonreiría tras sus anteojos, con esa sonrisa enigmática que le caracteriza, y que avivaría la duda que ya ronda en la cabeza de muchos aquí y allá: "¿pero realmente quién es el jefe?".

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