Sí le creemos a Piñera

El pasado sábado este diario preguntaba en grandes letras titulares: ¿Le creemos a Piñera? Hoy, yo respondo sin remilgos con un contundente: Sí.

A pesar de la enorme aversión que siento ante cualquier comentario que pueda contribuir a la inflación de conjeturas que empachan el proceso de La Haya, circulan en estos días opiniones tan alarmistas que me incitan a procurar algún antídoto de serenidad, para inocularnos contra ciertas expresiones tristemente patrioteras según las cuales ningún fallo logrará superar las rencillas históricas entre el Perú y Chile.

Porque tuve el privilegio de asistir a todas las reuniones del equipo internacional peruano realizadas desde el inicio mismo del proceso en el 2008 y hasta fines del 2010, lapso cuando se elaboró la memoria y la réplica y se moldearon las bases de los impecables argumentos jurídicos peruanos que estamos escuchando en estos días, siento esa tranquilidad inspirada en la certeza de saber que nos ampara una razón frontalmente contrapuesta a las estridencias nacionalistas, las destemplanzas alarmistas o las altisonancias verbales con que los extremistas, peruanos y chilenos, intentan seguir exacerbando el enfrentamiento bilateral. Esto, bien a pesar de los compromisos solemnes asumidos, con moderna visión de futuro, por los gobernantes de ambos países en el sentido de que, sea cual fuere el veredicto de La Haya, las dos naciones lo acatarán, sencillamente porque hemos alcanzado un grado de madurez cívica que nos permitirá asentar, finalmente, una relación sólida y definitiva que ha de abrirnos un ilimitado porvenir de posibilidades.

Ha dicho el Presidente Humala: “Debemos tomar el fallo… como el punto final de una controversia entre países hermanos”. Por su parte, el Presidente Piñera ha afirmado que “…después de La Haya [hay] un futuro de integración, progreso y paz”. ¿Les creemos a dos legítimos demócratas, o a quienes siembran el resentimiento perpetuo con agüeros retorcidos?

Nota publicada en larazon.pe