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Viernes 14 de diciembre 2012

Yo soy sería No soy

Por: Lic. César Sánchez Olivencia
Yo soy sería No soy
dailypicksandflicks.com

Yo soy  sería No soy. La tesis es ésta: la idea se convierte en problema cuando analizamos que el popular reality producido por GV producciones SAC, empresa de la show-woman Gisela Valcárcel, cumple con el objetivo de convertir o difundir a decenas de cantantes, que tienen el mérito de imitar a las estrellas de la canción mundial y nacional. Así se podría decir que los exitosos  en Yo soy en realidad no tendrían éxito como artistas sino como imitadores. ¿Por qué?

El cantautor peruano Jorge 'Pelo' Madueño rechazó, a través de su cuenta oficial de Facebook, formar parte del jurado de ‘Yo soy’, porque el haberlo aceptado hubiera ido en contra de su filosofía musical “que se apoya en la creación más que en la imitación”. Dejó un mensaje al responsable del reality, quien lo había invitado a integrar el jurado: "Sueño con poder afianzarnos culturalmente y dar un mejor escenario para el desarrollo de los artistas en todas las ramas”.

En declaraciones que reprodujo el diario El Comercio el pasado 24 de setiembre, Madueño expresó que “Sueño con que el Perú deje de ser un país donde los que apuestan por la creación y por una voz propia tengamos (sin victimizarnos) todo en contra y donde para llegar con nuestro trabajo a la gente debamos luchar 100 veces más que en cualquier otro lugar donde existen políticas e industrias culturales comprometidas”.

Por su parte, el productor de Yo soy, en diálogo con El comercio, el 16 de noviembre, discrepó con los críticos, pues considera que su espacio “contribuye a desarrollar una cultura musical en el país.  “Yo soy” no es un programa para encontrar nuevos talentos con una propuesta original. Este no es un programa en el que presentamos a los futuros músicos del Perú tocando su disco”, dijo.  Es obvia la intención comercial del reality: no tiene interés en buscar talentos sino en producir la clonación de las ‘estrellas’. (Aquí vale: a confesión de parte, relevo de pruebas)

Esta situación que es común en una economía de mercado como la nuestra, motiva a realizar una reflexión sobre lo que significa ser artista y ser imitador. Lo contrario a la imitación es  la creación. La creatividad o capacidad creadora ha sido una fuente de rico caudal para la producción del arte en sus diversas expresiones. Un producto más cercano a lo artístico es  la copia innovadora o de recreación. Aquí nos referimos a los imitadores del arte de la canción;  no a los que imitan a personajes políticos.

Esto se produce cuando el artista toma como modelo una obra o un personaje ya logrado, e inspirado en éste, realiza un nuevo producto, introduciendo variaciones tanto en la composición como en las técnicas aplicadas. Se trata de prescindir de los viejos patrones, las ataduras y servidumbre que acarrea la copia íntegra o clonación del modelo. De este modo, el producto obtenido es una recreación, o un nuevo modelo inspirado en otro anterior. Comprendamos que esto es diferente a  realizar una clonación.

Un poco de doctrina kantiana en la ‘Crítica del juicio’: “Todo el mundo está de acuerdo en que hay que oponer totalmente el genio al espíritu de imitación. La originalidad, que consiste en proporcionar nuevas reglas al arte, es contraria a la imitación, porque ésta se basa en la subordinación a reglas preexistentes. (…) En cuanto ejemplar la obra tiene un doble papel, debe producir los criterios con los que debe ser juzgada y a la vez servir como fuente de inspiración a otros, aunque no de imitación”. Un artista es alguien que practica una forma de expresión creativa.

El precursor del idealismo alemán expresa su crítica a la cultura de masas, considerando que ésta es el resultado de la subordinación emocional e intelectual del arte al mercado, con pérdida de autonomía creativa. Se refiere a lo que denomina ‘la miseria del arte en el marco de la racionalidad instrumental’. Volviendo a la realidad peruana -después de este flashback-, se impone la idiosincrasia del hombre de las masas, el público objetivo, la opinión pública, formada como animal de laboratorio, por efecto del rating que impone estereotipos, masificando las necesidades, deseos y aspiraciones de las personas. El artista no debe ser esta especie made in clonación.

El filósofo prusiano Immanuel Kant no desarrolló la cuestión de las condiciones sociales requeridas para la emergencia del genio (sinónimo de artista). Sin embargo, aludió a la tensa lucha entre originalidad e imitación, entre lo singular y lo masivo, traduce el carácter de la evolución de la sociedad hasta la época  contemporánea: libertad vs alienación (temática que es propiamente de Schiller en ‘Cartas sobre la educación estética del hombre’). La posibilidad de expresar el talento creador por parte del genio y proponerse como modelo para los demás, supone una comunidad de hombres libres.

En su ‘Novena carta  sobre la educación estética del hombre’,  Friedrich Schiller, escribió:   “Y para que la realidad no te imponga un modelo que tú has de darle, no te arriesgues entonces a aceptar su sospechosa compañía hasta no estar seguro de albergar en tu corazón un ideal que te sirva de escolta. Vive con tu siglo, pero no seas obra suya; da a tus coetáneos aquello que necesitan, pero no lo que aplauden”. Siguiendo a Kant, aconsejaba que el artista extraiga la verdad de su interior; contrario a lo que sucede con la práctica de la imitación, que puede ser muy rentable. (Not everything in life is money, señores productores).

El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria, como lo señala la Constitución política, en su Artículo 59.- Rol Económico del Estado. El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad pública. Por eso, El empresario está en su derecho de no apoyar la búsqueda de talentos para el desarrollo de la cultura peruana. Está bien, pero: ‘…no nos dejes sin el sueño de cada noche, pues sin él nada somos nosotros…’ (Facundo Cabral).

Entonces pienso: resulta sorprendente, innecesario, ‘incultural’  que algunos programas de efecto masivo en los niveles socioeconómicos más bajos de nuestra sociedad, impidan el desarrollo de la creatividad de los aspirantes a estrellas del canto y la música; y también pienso: estimulando la copia, imitación o clonación de personajes en sus factores vocales, físicos y emocionales. Y me pregunto: ¿Qué pasaría en el país si se formara un ejército de imitadores en vez de creadores? Y conste que Kurt Cobain, y Axl Rose -versión peruana- son unos genios a carta cabal. ¿OK?

TAGS: Perú, Yo Soy, reality
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