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REDES SOCIALES
Lunes 17 de diciembre 2012

¡Luz roja!

Por: José Domingo Blanco.
¡Luz roja!
Foto: Referencial

Luego de pasar más de dos horas atrapado en el tráfico, por fin llego a mi destino, desgastado, malhumorado, despotricando de la cola, del estado de las calles, de los motorizados, lamentando la cantidad de horas/hombre, productivas, que se nos van a los caraqueños manejando de un lugar a otro sin que, obligatoriamente, sean distancias largas. Pido un café y me siento a esperar a Pedro -otra vez Pedro, el mensajero- quien a pesar de la moto, no ha logrado llegar a tiempo al lugar de nuestro encuentro.

Reviso la agenda. Bebo un sorbo del "guayoyo". Y hojeo de nuevo el periódico. En la primera plana está la foto de la gandola que se quedó atascada debajo del puente. La noche cuando eso ocurrió, venía con mi hija desde la Universidad Metropolitana y fuimos testigos del atascón. Pasamos en la "rayita" porque el enorme vehículo acababa de trabarse casi ante nuestros ojos. Mi hija tomó una foto con su teléfono, muy parecida a la que veía en ese momento publicada en el periódico. Al ver el diario es cuando caigo en cuenta que pudimos haber dado el "tubazo", claro por las redes sociales; pero, esa noche, el trayecto aún era largo y el desespero por llegar estaba a flor de piel.

Finalmente, aparece Pedro; con su maletín abultado y el casco aún puesto. Se queja del calor, de la calle, de los carros y de la cola. Le ofrezco un café e inevitablemente comentamos el tema de la gandola: ¡18 horas de caos provocó en Caracas la falta de sentido común de un conductor que se excusó asegurando que a ellos sólo les indican el destino final de la entrega de la maquinaria pesada que les toca transportar! Y así los lanzan al ruedo: sin instrucciones, sin planificación de la trayectoria en un país donde el mal estado de nuestras vías de comunicación y el incremento de vehículos transitando, complica aún más las cosas.

Radiografía

Si hay algo que agradezco de mis tertulias con Pedro es la radiografía que es capaz de hacer de cada uno de los temas que le planteo: habla de política, de inflación, de escasez, de todo y con la seguridad del autodidacta curtido por la vida. Se me ocurre comentarle que haré un programa de radio sobre el caos que provocan en las vías los motorizados. Me escucha con atención mientras enumero las razones por las cuales creo, de entrada, que la responsabilidad de lo que estamos viviendo en las calles y autopistas caraqueñas se debe, en gran parte, a los conductores de dos ruedas.

-Tú me vas a perdonar, y aunque en parte tienes razón, la culpa no es sólo nuestra. Yo tengo 30 años manejando moto. Y he visto clarito lo que está pasando aquí. Yo me la paso en la calle porque ese es mi trabajo. No te creas, para mí, aunque ando en moto, también es una locura. He visto cómo la cosa se va poniendo cada vez peor. Nadie respeta: ni los que van en carro ni los que van en moto ni los peatones ni los autobuses ni los carritos por puestos. Y los fiscales, bueno, -aclara- aunque a ellos no les gusta que les digan así sino policías de tránsito, yo los veo: se paran en las esquinas, se ponen a hablar por celular y no hacen su trabajo. Mi hermano, es verdad, hay mucho loco en moto; pero todos tienen la culpa, no sólo nosotros. Yo, por ejemplo, me paro siempre detrás del rayado de peatones a esperar que cambie el semáforo; pero, he tenido que apartarme porque comienzan a tocarme la corneta y a pegar gritos, ¡los mismos motorizados!, para que me quite. Yo los dejo pasar porque lo que quieren es montarse sobre el rayado, ponerse de primero y arrancar soplados.

Chateando

"¿Y los conductores dónde me los dejas? ¿Sabes qué provoca también la cola? -me interroga Pedro, sin que me dé chance de darle respuesta a su pregunta- la gente que va manejando y empieza a chatear por el teléfono: tú ves cómo los carros avanzan y el que va chateando se queda parado como un imbécil, metido en la conversación del celular. O los que van a pie: les pusieron en las avenidas unas barandas para que no crucen sino por el paso de peatones y yo los veo cuando las brincan para pasar por donde les da la gana... Así que, mi pana, todos tenemos la culpa. Pero, tienes razón: lo que está pasando ahora es pa'locos".

Y es que en locos vamos a parar todos. No sólo los conductores de Caracas, porque situaciones como estas se están reportando en todo el país. Recientemente, a propósito de la anarquía que reina en las calles con los motorizados, me llamó mucho la atención una cifra publicada en un reportaje, en el que se aseguraba que sólo en lo que va de 2012 han sido vendidas en Venezuela 525 mil motos. Su precio es accesible y de allí, quizá, su alta demanda y, por ende, su "invasión" indiscriminada en nuestras calles.

Pero, el hecho de que aún no se haya puesto en vigencia el reglamento especial de motorizados previsto por la Ley de Tránsito Terrestre (por cierto: entrada en vigencia que, según el director del INTTT, Dante Rivas, está prevista para enero 2013), impacta de manera significativa en el irrespeto que observamos a diario.

Padecemos

Ríos de motorizados circulando entre canales es lo que padecemos en nuestras autopistas, haciendo caso omiso al Reglamento sobre el Uso y Circulación de Motocicletas, publicado en Gaceta Oficial N° 39.771, según establece el decreto presidencial N° 8.495 con fecha del martes 4 de octubre de 2011. ¿Y qué es lo que ha generado esta desobediencia de la norma? Por ejemplo, cifras alarmantes de accidentes en motocicletas: sólo en Caracas, semanalmente ingresan a los hospitales 100 personas víctimas de accidentes con motos: ¡cien! Un número demasiado elevado como para no prestarle atención. Algo está pasando y las autoridades continúan haciéndose los ciegos.

Salió corriendo...

Hace poco, saliendo de una reunión, cuando me despedía del consultor jurídico de la empresa, una muchacha del departamento de Mercadeo salió corriendo de su oficina y detuvo al abogado con la preocupación reflejada en el rostro. Acaba de recibir una llamada de su cuñada. Estaba detenida, no recuerdo dónde, porque iba manejando, intentó cambiarse de canal y un motorizado impactó contra su carro. El motorizado estaba lesionado y ella no sabía qué hacer: él quería "negociar", mientras insistía que no aguantaba el dolor. Para ella, esas eran sus dos únicas opciones: negociar con el motorizado o verse envuelta en una serie de trámites, avalúos, experticias, denuncias que le trastocarían la vida, con carro decomisado y todo. No supe en qué paró aquello; pero, lo que sí le pedí a Dios, apenas me monté en el carro, además de los ruegos habituales porque me llevase con bien a mi destino, es que me librara de una situación como esa: ¡de la que ningún conductor está exento!

Para seguir con las cifras alarmantes, según indican los expertos en esta materia, el 90% de los delitos son cometidos en motos por la facilidad de huir del victimario. El problema, como verán, tiene muchas aristas.

Estamos, en definitiva, en presencia de un problema estructural que ameritaría decretar un estado de emergencia. Muchos extranjeros que nos visitan se ríen porque les parece un chiste el precio de nuestro litro de gasolina. Quizá ese sea uno de los causantes de esta anarquía vehicular. Lo cierto es que llegó la hora de que nos detengamos, luz roja, y busquemos soluciones inmediatas al problema.

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