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Jueves 20 de diciembre 2012

Estados Unidos: una nueva masacre

Por: Alfredo Toro Hardy
Estados Unidos: una nueva masacre
Foto: dailymail.co.uk

una nueva y particularmente grotesca masacre de inocentes acaba de tener lugar en Estados Unidos, país en el que 300 millones de armas de fuego se encuentran en manos privadas. Una vez más se evidencia que cualquier desquiciado mental puede acceder libremente a armas sofisticadas y de alto calibre al amparo del sistema constitucional y de la mitología nacional.

Lo primero es consecuencia directa de una prerrogativa ciudadana garantizada por la Segunda Enmienda de la Constitución. Dicha Enmienda es expresión de la "milicia armada" que se enfrentó a las fuerzas británicas y que le dio su libertad a EEUU y que aún pervive como un anacronismo histórico y legal que identifica a sus ciudadanos como los defensores naturales frente a cualquier agresor externo. Así las cosas, en la época de los misiles nucleares el ciudadano armado de una pistola o de un fusil sigue siendo visto como el protector emblemático de la seguridad y de la independencia del país. El carácter inmanente de este derecho quedó refrendado en una sentencia histórica dictada por la Corte Suprema de Justicia de ese país el 29 de junio de 2010. En ella el Tribunal Supremo declaraba la improcedencia de una ley estatal que prohibía el libre porte de armas. Remontándose al año de 1791, fecha de la Enmienda, reconoció el derecho de todo ciudadano a poseer y llevar consigo armas de fuego.

Lo mitológico responde al llamado "espíritu de frontera". Al igual que el denominado "excepcionalismo", este mito se asienta en la creencia de que los habitantes de EEUU constituyen un pueblo especial que se ha forjado a sí mismo enfrentando retos, amenazas y peligros muy particulares. En su esencia esta noción, tan etérea como omnipresente, simboliza el temor ante la hostilidad circundante. El mismo temor que experimentaron los colonos originarios ante un nuevo mundo y los conquistadores del Oeste en su expansión hacia horizontes cargados de riesgo e incertidumbre. De acuerdo a Ziauddin Sardar y Merryl Wyn Davies: "La frontera del Oeste no es historia, es la expresión de ideas acerca del significado de la historia, un genuino espacio mítico. Es atemporal... La frontera del miedo, al igual que ocurrió con la frontera del Oeste, está siempre en continuo movimiento" (American Dream, London, 2004). El espíritu de frontera se expresa fundamentalmente en la necesidad de estar armados, lo cual se proyecta a escala individual y como nación. Pero también se expresa en la convicción de que no importa que tan armado se esté, pues el riesgo estará siempre presente.

El derecho constitucional se imbrica así con el espacio mítico que alimenta su identidad de pueblo, para brindar a los estadounidenses un particular apego a la posesión de armas de fuego. Como siempre ocurre cuando el derecho y la cultura se unen, la forja resultante es extremadamente difícil de romper. Poco importa que el principio constitucional invocado resulte tan arcaico como desligado de todo sentido plausible de realidad o que el mito no resista el escrutinio del sentido común.

Comprender a los estadounidenses resulta siempre una tarea difícil, pero en este tema concreto la dificultad se eleva exponencialmente.

Nota publicada en eluniversal.com

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