La tragedia de Newtown, Connecticut, finalmente está abriendo un debate serio en Estados Unidos sobre la compra y posesión de armas. Este debate impactará directamente la seguridad nacional de México, pues de ese país provienen las armas que nutren la violencia del crimen organizado en nuestro país. ¿Hacia dónde va la discusión en Estados Unidos? ¿Qué oportunidades se abren para México en ese contexto?
La senadora californiana Dianne Feinstein está impulsando una prohibición a la venta de armas de asalto: ametralladoras y rifles semiautomáticos como los que utilizó el asesino de la escuela primaria. Por su parte, el senador Charles Schumer, de Nueva York, está proponiendo que se cancele la venta al público de armas que utilizan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. El presidente Obama se ha mostrado receptivo a ambas propuestas.
Otras iniciativas apuntan a que antes de realizar cualquier venta la armería realice una investigación sobre el pasado y trayectoria del comprador, a través del National Instant Criminal Background Check System, que maneja el FBI. En caso de que el comprador tenga antecedentes penales le será negada la venta. No está mal, pero es a todas luces una medida insuficiente. El asesino de Connecticut tomó las armas de su madre con la misma facilidad con que podría haberse preparado un sándwich en la cocina. De hecho, la primera víctima fue la propia señora.
Se analiza también la posibilidad de que se practiquen estudios sicológicos a quienes pretendan adquirir armas; conocer si tienen alguna adicción o inclinaciones a la violencia. En la misma armería les harían llenar un cuestionario para conocer los motivos para adquirir las armas. Es una medida un tanto infantil. Si alguien está dispuesto a cometer una masacre, también lo estará para mentir al llenar el cuestionario.
Actualmente es más fácil, mucho más fácil, comprar un arma en Estados Unidos que, digamos, conseguir una licencia de manejo. Con una tarjeta de crédito se puede ordenar por internet cualquier arma en el mercado y se entregan a domicilio en un promedio de 24 horas. Con esto se viola incluso el principio del cool off period, el lapso que debe transcurrir entre la decisión de comprar un arma y la adquisición final. Esta medida tiene por objeto evitar que un arranque de ira momentáneo se transforme en un asesinato. Sin embargo, las ventas entre particulares tampoco están reguladas y en las ferias de armas no se piden antecedentes penales a los compradores.
En Estados Unidos se estima que hay más de 200 millones de armas de fuego en manos privadas. Aunque se aplicara ahora una política más restrictiva para la compra, de cualquier manera el arsenal existente basta para que masacres como la de Newtown, Columbine o Virginia Tech proliferen sin limitaciones.
Lo cierto es que los padres de familia estadounidenses cada vez saben menos de sus hijos y consideran de mal gusto, después de cierta edad, que vivan con ellos en su casa, preguntarles por sus amistades o sus hábitos. Papá y mamá están muy ocupados en sus tareas profesionales, tratando de ser exitosos y de vivir sus vidas. Suelen ser los últimos en saber que tienen a un asesino en potencia en el cuarto de la casa o a un drogadicto perdido. La disponibilidad de armas solamente los hace más peligrosos, hasta letales. El respeto a ultranza a la libertad de los demás conduce a una gran mayoría a ser seres solitarios, desconectados como los dos últimos asesinos, el de la película de Batman y ahora la escuela primaria.
Dentro de esa defensa de las libertades, muchos se opondrán a que se realice un censo nacional de armas y a que se les pregunte por qué las tienen, a qué le temen o qué deporte practican. Por otro lado, retirar las armas a los individuos sospechosos creará de inmediato un mercado negro igualmente peligroso.
México no debe desaprovechar la oportunidad para sensibilizar a los estadounidenses del daño tan grave que sus decisiones generan sobre sus vecinos. Si ellos están preocupados por los adolescentes que matan a sus compañeros de escuela, nosotros no estamos para menos cuando esas armas están en manos de criminales profesionales y muy bien pagados como los nuestros.
Obama demandó que “se inicie una conversación nacional sobre el tema de las armas”. La voz y las legítimas preocupaciones de México deben ser parte de esa conversación. Tiene que haber un reconocimiento social de que las armas no brindan seguridad; por el contrario, son el principal factor de la violencia.
*Presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
Nota publicada en eluniversalmas.com.mx