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Jueves 20 de diciembre 2012

El vampiro cubano y Crepúsculo

Por: Rubén de Mayo.
El vampiro cubano y Crepúsculo
Foto: Referencial

No vamos a recrearnos aquí sobre la muy conocida historia de Bram Stoker, el conde Drácula, la conocemos hasta el hartazgo. Sin embargo, es preciso que distingamos, ante los hechos recientes, la figura de esa pavorosa y siniestra personalidad, el conde Drácula, que ha disfrutado a manantiales la espesa sangre negra, puro petróleo, de nuestro comandante, de los muy graciosos, torpes, simpáticos y sensuales vampirillos líderes de nuestra oposición, todo ellos fracasados en el último cotejo electoral por las gobernaciones. Veamos.

A nuestro insigne comandante, hecho él de puro amor y corazón patrio, a punto de ser canonizado por los medios oficialistas, se le escapó el hecho de que él mismo, expuesta su suculenta yugular, podía servirle a los Castro de útil ficha de negociación para preparar el terreno de la transición cubana ante Estados Unidos. No en balde desde la isla, recientemente, hemos sabido de los deseos de negociación del régimen castrista con el mismísimo Imperio. Y nada como un Chávez en sus manos, postrado en una cama, para servir de ganancioso material de intercambio. Aprendió mucho Chávez de los Castro y su régimen, pero habría que mandarlo a leer (y ya es demasiado tarde para hacerlo), más que El Capital de Marx, algunos pasajes de El Príncipe, de Maquiavelo, o las muy sugerentes y documentadas reglas del poder (son 48) de Robert Greene, para que no se le acuse de anacronismo.

Ese sí, el régimen castrista, que es el verdadero vampiro. Ellos han decidido, los cubanos, en la candidez de nuestro épico héroe revolucionario, no solamente su salud y destino final, sino también han impuesto al heredero en el poder de esta rica comarca: Maduro, quien les garantizará las mismas condiciones de aprovechamiento impúdico de la renta petrolera.

Y comencemos los aplausos, ahora les toca a los vampirillos de la oposición. Estos vampirillos, semejantes a los de ese bodrio cinematográfico de Crepúsculo, no llegan al rango social de Condes, como los cubanos; ellos no causan terror, sino espantan votos.

Son vampirillos simpáticos y bonitos, que no dan miedo alguno al chavismo; son presa fácil de esa portentosa mente crítica, hecha de lugares comunes y denuestos, del programa La Hojilla, Mario Silva. Estos vampirillos (Andrés Velásquez, Salas Römer, Pérez Vivas, Pablo Pérez), presumían de conquistar al público con sus chocolatitos en el abdomen, hechos de pura musculatura democrática, y la verdad es que la enceguecedora luz del día, para estos vampiros de medio pelo, no los dejaba ver su verdadero cuerpo adiposo y rollizo en el poder, caso de Salas Römer, cuya familia ha dominado por años el estado Carabobo, como si de un clan mafioso se tratara, con la anuencia y el beneplácito de una dirigencia opositora (¿verdad, Guillermo Aveledo?, jefe de campaña de la oposición en las presidenciales) que habla, a propósito de Chávez (pero solo a propósito de Chávez), de la necesaria alternabilidad en el poder y de la no reelección. Y ni ganas tengo de hablar de Andrés Velásquez y los demás; por lo pronto, a Velásquez dejémosle con la tristeza de haber perdido en un estado, como Bolívar, que exhibe el más elocuente fracaso de la política económica gubernamental. Se habrán acordado, entonces, de su gestión como gobernador en esa entidad.

Estos son nuestros vampirillos opositores, como los de la película Crepúsculo, que no darán miedo a nadie, ¡pero cómo han sabido succionar y chupar de las energías y recursos de la oposición!

Y ahora que ganó Capriles, por poco, a la opacidad de Elías Jaua, miren lo que ya planea hacer la oposición, desde la ingeniosa Globovisión: lanzárselo otra vez, en contienda presidencial, a todo el poder mediático del chavismo, que se dio banquete con la mofa y burla de su discurso (a mí todavía me quedó el colmillo goteando de gusto por el artículo: Otro Gallo Muerto). ¿Pensarán, todavía, que Venezuela toda es esa caterva de pijos y sifrinos, celulares Iphone y Galaxy incluidos, de su comando de campaña? Habrá que hacer algo, Aveledo, ya basta de otro figurín y yogurcito mediático, con gorrita a la moda y cara de no matar a una mosca; eso ya no seduce al barrio, al motorizado y a esta vecindad, donde abundan los Don Ramón (o Ron Damon, como le decía el Chavo).

Yo tengo aquí un rosario de ajos colgado en mi cuello para espantarlo, a Capriles, por no asustar; ¿y tú, Diosdado, cuándo sacarás tu rosario de ajos para el vampiro de verdad?

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