¿Se imaginan una Navidad sin Papa Noel ni árbol? Hoy muy pocos recuerdan esas navidades limeñas sin la omnipresencia de esas imágenes. Palma y Gálvez, nuestros dos insignes costumbristas, nos recuerdan cómo eran las navidades de sus épocas (finales del XIX, principios del XX) que, para ese momento, ya estaban pasando. Algunas tradiciones sobrevivieron tibiamente bien entrado el XX. Rápidamente repasemos algunos ítems para ver si le genero algún recuerdo o algún gesto de sorpresa. La Misa del Gallo.
Hoy, que casi nadie va a misa, este era el elemento central de las celebraciones: ¡una misa de dos horas a las 12 del 24! Y, según Palma, parece que eran muy divertidas. Los Belenes. En España es aún una tradición. Estos nacimientos gigantes de todo tipo y carácter se exhibían en iglesias, conventos y casas particulares. Hoy sólo algunas iglesias tienen esta tradición escenográfica de gigantes proporciones (p.ej. La Merced). Tamales. Nada de pavo ni lechón ni panetón. El muy peruano tamal era el rey de la mesa.
¿Saben dónde se comen tamales en Navidad? En Venezuela y se llaman hallacas. El trago. Bueno, esto sí parece que no cambia, pero en aquellos lejanos días se libaban a los tres reyes del oriente: vino, chicha y aguardiente y también se servían los orines del niño, unas horchatas y ponches de sabe dios qué, pero de turbio color embriagante. Las Pallas. Baile peruano por excelencia. Había concursos en las calles con coplas navideñas incluidas. Zamacueca en la Plaza de Armas hasta la salida del sol. Creo que antes se bailaba más en Navidad. La Novena de Aguinaldo y La Siembra de Triguitos. El primero un rezo y el segundo, la costumbre de poner los 13 de diciembre un poco de trigo en una lata de leche vacía frente al pesebre.
Ahora, póngase a pensar, ¿qué parte de nuestra actual Navidad limeña es enteramente nuestra? (Con información del diario La República).
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