Esta actitud inocente que comenzó con los regalos del Niño Jesús, es la gran tragedia.
En el mundo católico, la Navidad llega a los niños con la ilusión de recibir regalos el día que nace en Belén, Jesús. Una hermosa devoción que enfrenta el comportamiento (modales-virtudes) con el juguete o ropa deseada. Acicate, para aguijonear valores.
Vivía en Maracaibo. Mi padre, Félix Cordero Falcón, era supervisor jefe de educación, del Zulia. Un condiscípulo del San Luis Gonzaga, en el caluroso patio me dijo ¡El Niño Jesús no existe, pero pidió a papá que me trajera los regalos!
No pude concentrarme en la clase. Quería llegar a casa. Averiguar si a papá le habían dicho lo mismo. En mi cabeza, la imagen de patines y guante. Al terminar la clase, corrí desesperado. Vi el Jeep de papá frente a la casa. Mi corazón quería salir del pecho. Entré como una tromba, tiré los libros en los muebles y seguí gritando ¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!...
Papá, que almorzaba se paró de la mesa. Me puso las manos sobre mis hombros diciendo ¡Cálmate... cálmate! ¿Qué pasó en el colegio? ¿Dónde está tu hermano Luis? Viene atrás de mí, conteste. ¡Pero papá, ya yo sé que el Niño Jesús no existe!, ¿pero habló contigo para los regalos?
Mi padre, quien era de una muy veloz inteligencia me dijo "Conmigo no ha hablado nadie, pero no te preocupes que yo te compraré los regalos". Volvió la calma y felicidad. El 8/12, mi primera comunión junto a mis hermanos Dilcia y Luis.
¡Moraleja! A pesar de que era un niño, comenzaba ya a dar jerarquía a mis asuntos. ¡Nos acostumbraron a los regalos del Niño Jesús! En el transcurrir de la vida siempre serán muy importantes los sueños...
Esta actitud inocente, que comenzó con los regalos del Niño Jesús, es la gran tragedia de la civilización: el consumismo. Que domina al mundo y creó una sociedad global injusta y desigual.
Nota publicada en eluniversal.com