Conversando con John Kerry

Desde su candidatura en el 2004 pensé que John Kerry sería un magnífico presidente; ahora, como Secretario de Estado designado, creo que llena las condiciones para ser uno de los mejores jefes de la diplomacia norteamericana de los últimos tiempos.

Alguna vez conversé con Kerry sobre Nicaragua, cuando él era un joven senador investigando el apoyo del gobierno de Reagan a la insurgencia antisandinista y yo iniciaba mis frecuentes viajes a Managua como Asesor Político del Secretario General de la OEA. Quiso que le corroborara sus propias impresiones sobre algunos líderes sandinistas; le retraté, entre otros, al despótico Tomás Borge y al aburguesado Daniel Ortega, contrastándolos con dos legítimos sandinistas como Sergio Ramírez y Víctor Hugo Tinoco.

Posteriormente, luego de la primera cumbre ístmica de Esquipulas, tuve problemas cuando el Departamento de Estado descubrió que yo mantenía contactos con diplomáticos cubanos, algo prohibido para un funcionario de la OEA. Por encargo oficioso de su Secretario General, procuraba evitar que La Habana obstruyera el papel de la OEA en la crisis centroamericana, lo que se logró. Sin embargo, esto alentó al Secretario de Estado Adjunto, Elliot Abrams (¿y también a Otto Reich?) a exigirle al Secretario General del Organismo mi dimisión. Años después me enteraría que los contactos establecidos con los asistentes del Senador Kerry sirvieron para que el Embajador Baena Soares y su asesor político no fuesen censurados por el Consejo Permanente a iniciativa del delegado estadounidense, aduciendo que el Secretario General había propasado su mandato al inmiscuirse en la llamada crisis centroamericana.

En el par de breves encuentros que tuve con John Kerry, su capacidad analítica me impresionó y sus presunciones negativas sobre los Contras resultaron acertadas. Acaso su condición de hijo de diplomático le permitió entender desde temprano que, además del suyo, hay otros países en el mundo que también cuentan. Creo que así actuará en sus nuevas funciones.

Nota publicada en larazon.pe