La huachana que metía las cámaras en las sábanas ajenas y prohibidas se fue antes de que la saquen. Curiosamente, su programa en la cima de la popularidad había “ganado” peso extraño, tanto que la empezó a jalar hasta el fondo de la medición de audiencia.
El viernes de su despedida sin lágrimas apenas hizo ocho puntos, cifra risible si la comparamos con las mejores épocas en las que mantenía a la audiencia morbosa atenta a la pantalla para ver si atrapaban a un tramposo haciendo de las suyas. Su demérito fue traer al país un estilo estiércol que contaminaba las pantallas en otros países y lo trajo específicamente para hacer dinero haciendo cochinadas.
Me alegra que se haya ido la otrora todopoderosa de la pantalla basura y espero que otros programas, hijos de ella también, le sigan los pasos. Es que su estilo había cansado ya a los televidentes que cada vez que la veían tenían ganas de decirle palabrotas en su cara. Hay que recordar que Magaly fue una de las pocas que trató de defender a la Bozzo de las peores épocas. De criticona de Trampolín a la Fama pasó a la cana y ni eso la detuvo. Ensució de cierto modo la palabra “periodista”. Quiso fregar a Paolo; pero ahora a Guerrero le quieren dar los Laureles Deportivos y a ella una corona de espinas. Fueron quince años manchando la pantalla y en ese tiempo mostró lo más feo de todos mientras ella intentaba en la clínica convertirse en bonita.
No lo logró, por supuesto. Sin embargo, le deseamos buena suerte y un nuevo inicio lejos de las cámaras. Sería lindo que se convirtiera en abuela buena y que les contara a sus nietos su historia para que estos no sigan sus pasos malditos. Tiene el dinero suficiente para vivir tranquila y espero que tenga mucha plata para que no vuelva. Si yo tuviera dinero, le daría diez millones al mes para que no volviera nunca más a la televisión.
Chau, ocho puntos. No te extrañaremos ni un poquito (Con información del diario La Primera).