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Miércoles 02 de enero 2013

Cajamarca: Una ciudad sin librerías

Por: Rafael Rodríguez Campos
Cajamarca: Una ciudad sin librerías
Foto: Difusión

En eso se ha convertido mi querida Cajamarca. Hace algunos días estuve por allá en un viaje familiar y pude constatar personalmente tan penosa realidad. Según me refieren algunos amigos con los cuales comparto la afición por los libros y el gusto por la lectura Cajamarca es todo menos una ciudad en donde las personas puedan ir en búsqueda de un buen libro o publicación que satisfaga su deseo por consumir cultura y conocimiento.

Iniciamos la búsqueda en la Plaza de Armas de la ciudad, luego, nos trasladamos hasta el mismísimo aeropuerto en donde nos dijeron que podríamos encontrar un pequeño módulo de una conocida librería capitalina, pero para mala suerte nuestra el módulo ya no existe. Finalmente, y ya con la esperanza hecha añicos, tuvimos la idea de buscar en un supermercado recientemente inaugurado. Una vez dentro de este monstruo comercial, divisamos a lo lejos en un par de repisas no más de 50 libros, la mayoría de ellos de autoayuda (el clásico “Tus zonas erróneas”).

Como pensé que era una broma de mal gusto, consultamos con los encargados del lugar y les preguntamos si esos eran los únicos libros que tenían, la respuesta fue más terrible de lo que esperábamos: “Sí, pero tenemos muchas agendas y material de escritorio”, señaló el jovencito de uniforme, con una convicción que parecía más una sentencia. Para ser sinceros diré que encontré únicamente tres títulos conocidos: “El amante uruguayo”, “Dándole pena a la tristeza” y “La civilización del espectáculo”, los demás textos podemos decir que decoraban el lugar, o mejor dicho, servían para colorear la repisa y para hacernos creer que para los dueños de este negocio los libros “también tienen un lugar”.

Pero veamos, la lógica del comercio es muy sencilla. Existe oferta cuando la demanda es creciente. En Cajamarca contamos con muchas licorerías porque a nosotros nos gusta muchísimo la noche y la jarana, existen bares porque los jóvenes los desbordan cada fin de semana, existen burdeles porque la demanda (según me contó el dueño de uno de ellos) ha crecido enormemente en la última década, existen supermercados y centros comerciales (pronto se inaugurará uno más) porque a la gente le encanta gastar su dinero al puro estilo de las grandes ciudades, por último, existen negocios de todo tipo porque existe un público diverso que consume esta oferta haciéndolos rentables.

Si ello es así, la lógica nos lleva a una conclusión francamente desalentadora: En Cajamarca no tenemos librerías porque este negocio no es rentable debido a que para el residente promedio de la ciudad los libros son algo así como enemigos a los cuales se los debe eliminar y la lectura un pasatiempo aburrido que no puede competir con otros placeres terrenales capaces de hacerlos vibrar llevándolos al éxtasis.

Como a veces la lógica humana, puesta en práctica de manera lineal, nos puede llevar a conclusiones falaces seguí indagando sobre la razón de este fenómeno, pregunté entre algunos conocidos si en algún momento el centro comercial que tanto movimiento económico ha generado contó entre sus tiendas con alguna librería, ellos me dijeron lo siguiente: Sí, en sus primeros meses había una tienda de una librería conocida a nivel nacional, incluso, también podíamos encontrar una tienda de discos, sin embargo, al cabo de algún tiempo esta cerró pues las ventas eran muy escasas y no era rentable mantener un negocio de esta naturaleza.

Lo más curioso de todo esto es que para muchas de las personas con las cuales conversé esta situación no parece preocuparles. Me dijeron que los libros no son algo importante y que en Cajamarca no encontraría la oferta cultural que se encuentra en Lima pues los gustos de la población son otros. Yo personalmente me resisto a creer esto, entiendo que la oferta literaria, teatral o pictórica de una ciudad como Cajamarca no puede ser la misma que ofrece una metrópolis como Lima, pero no puede ser posible que no contemos con tan sólo “una librería”.

Dicho sea de paso, tampoco contamos con un teatro moderno, menos una galería para presentaciones pictóricas y fotográficas. En otras palabras, la cultura parece no tener cabida en una ciudad que según los especialistas ha sido una de las que más creció económicamente durante los últimos años.

Dicen que Cajamarca es uno de los polos de desarrollo de nuestro país, creo que esta frase es por lo menos discutible. Me parece que quienes la sostienen no tienen muy clara la diferencia entre crecimiento económico y desarrollo. Me parece que para que una ciudad se desarrolle no basta con poner más dinero en los bolsillos de la gente sino en impulsar desde el Estado y con el concurso del sector privado actividades destinadas a promover la cultura, el conocimiento, el arte  y la educación entre la gente.

Pero lo más triste vino después, luego de constatar que para el sector privado es poco rentable tener un negocio como una librería en Cajamarca (una más o menos equipada, no pedimos una como las que tenemos en Lima, las cuales también dejan mucho que desear) me tomé el trabajo de preguntar por el estado de la “biblioteca pública de la ciudad”.

Mi padre y otros tíos me contaban que hace algunas décadas Cajamarca contaba con una biblioteca municipal que acogía con generosidad a un número más o menos importante de lectores. De hecho, mi padre pasó muchas horas en sus mesas y anaqueles devorando libros y encontrando historias que luego me narraría. Hoy en día la situación de la biblioteca municipal es muy precaria, incluso, muchos de los jóvenes a los cuales les pregunté si alguna vez habían ido a visitarla me dijeron que no sabían ni siquiera dónde estaba ubicada. Ese tipo de respuestas me entristecieron muchísimo pues los libros son grandes consejeros y fuente de conocimiento inagotable.

¿Qué hacer entonces? La pregunta puede parecer presuntuosa, uno podría decir que no hay nada que hacer pues la situación que yo describo no es un verdadero problema (algunos como ya señalé me dijeron que existen problemas más importantes que estar preocupándome por librerías o bibliotecas) pero creo que existe un buen grupo de paisanos a los cuales sí les interesa encontrar maneras inteligentes para promover la cultura y llevar el conocimiento a los ciudadanos, sobre todo a los más jóvenes.

Pregunté si en este campo el Gobierno Regional o la Municipalidad Provincial de Cajamarca tenían programas destinados a difundir la historia, el pasado, el arte, la cultura o la literatura de nuestra región (sería muy ambicioso exigir una visión más universalista dada la situación actual del estado de cosas) no encontré ninguna respuesta afirmativa a esta interrogante. Nadie ha escuchado nunca de alguna iniciativa estatal destinada a trabajar en este campo.

La lógica del empresario, comerciante y de quien hace negocio es hacer dinero, eso es algo que todos entendemos, pero para que al Estado no le interese en lo más mínimo la cultura de la ciduad es porque algo está mal entre nosotros, algo que parece importarle muy poco a la mayor cantidad de cajamarquinos.

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