"Venezuela y su mayor riesgo petrolero"

De acuerdo a las proyecciones del Departamento de Energía de Estados Unidos del año 2004 para el 2025 dicho país estaría importando el 70% de sus requerimientos petroleros. Tales estimaciones han variado drásticamente y de acuerdo a los reportes técnicos recientes, incluyendo uno del Belfer Center de la Universidad de Harvard, para 2020 Estados Unidos podría encontrarse a las puertas de la autosuficiencia petrolera. Ello responde a varias razones: los inmensos descubrimientos en petróleo de esquisto y gas en Dakota del Norte; los avances técnicos recientes para la extracción de petróleo esquistoso tales como la perforación horizontal o la fracturación hidráulica y los desarrollos petroleros costa afuera. No obstante, la autosuficiencia dentro del ámbito de América del Norte ha sido planteada como opción para el caso de que la misma no pueda lograrse al interior de las propias fronteras estadounidenses. La construcción del oleoducto Keystone XL, que traería petróleo desde Canadá, permitiría materializar dicho objetivo. Así las cosas, por una vía u otra los proveedores petroleros tradicionales de Estados Unidos (excluidos sus vecinos terrestres y en particular Canadá en el segundo caso), verán desaparecer a este mercado en un futuro mediato.

La oposición venezolana ha criticado fuertemente al gobierno por expandirse hacia los mercados chino y latinoamericano a expensas de haber ido abandonando parcelas crecientes del más lucrativo mercado estadounidense. De no haber sido por el proceso de diversificación adelantado nos encontraríamos sin embargo en una situación dramática. Dicha diversificación, aunque insuficiente para hacer frente al impacto que causará la desaparición de nuestro mayor mercado tradicional, viene a transformarse en un potente amortiguador. La próxima década impondrá la necesidad de acelerar al máximo tal proceso. Dos factores pueden ayudar a Venezuela en el objetivo de encontrar nuevos mercados. El primero es la necesidad que se le plantea a muchas regiones, fuertemente dependientes del aprovisionamiento proveniente del Medio Oriente, de buscar nuevos proveedores. La fuerte inestabilidad política que aqueja a esa parte del mundo los obliga a ello. El segundo es la apertura del mercado japonés. El trauma causado por Fukushima está obligando a ese país a replantear toda su estrategia de dependencia en energía nuclear y a abrir las puertas de par en par a los hidrocarburos. Si bien en otros tiempos este mercado hubiese resultado una apuesta demasiado lejana para Venezuela ello dejó de ser así ante la estrategia de aprovisionamiento a China, la cual nos proyectó hacia el Este de Asia.

Venezuela debe lanzarse de lleno a la búsqueda de nuevos mercados petroleros, lo cual por extensión implica proyectar la construcción de refinerías para nuestro petróleo pesado en ellos. Dada la particular condición de nuestra oferta petrolera lo uno no puede estar disociado de lo otro. La venta de activos en EEUU o la búsqueda de consorcios como el existente con PetroChina para la construcción de tres refinerías podrían generar los recursos para ello.

Hay que saber anticipar autosuficiencia petrolera en el Norte.