Congresista ¿Ser intocable? (Parte I)

No hay mes, en donde uno –como ciudadano– vea un accionar que derroche aplausos o admiración por parte del Congreso. Cada vez más es notorio el rechazo del ciudadano hacia los congresistas sobre todo cuando sabemos que el hemiciclo cuenta con un fujimorista ex proxeneta, una roba-cables, un violador de asistentas, un come-pollo, una sentenciada por el delito de complicidad de enriquecimiento ilícito en agravio del Estado, etc.

¿Qué futuro podemos tener como país con esta casta de individuos? Sabemos que muchos de quienes integran el Congreso no recuerdan lo que juramentan y juegan a espaldas del electorado. Y cuando éstos se ven descubiertos suelen salirse con las suyas como si nada hubiera pasado. Lamentablemente, aquí, en Perú, todo funciona en base a qué tan amigo o patero eres del resto de los que integran el hemiciclo para salvarte de la suspensión o del levantamiento de la inmunidad y pasar “piola” y seguir como si nada en el cargo.

El destino del congresista depende de lo que piense u opine otro congresista y no, curiosamente, lo que piense u opine el ciudadano común y corriente de la región en donde fue elegido. Qué tal paradoja. Considero que no puede ser congresista quien no muestra o goza de autoridad y respeto ante sus electores. Y la autoridad, se consigue en base a un transparente accionar y a los principios y valores que uno plasme ante la ciudadanía. Así de simple. Pero muchos no entienden eso y creen que ser congresista es sinónimo de ser “intocable” y tener el puesto asegurado hasta el final, haga lo que haga.

Sería saludable que se incluya en el reglamento del Congreso –como sanción– “la destitución” para todo aquel que mediante su accionar actúe en perjuicio de la imagen e investidura parlamentaria.

Nota publicada en larazon.pe