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Viernes 04 de enero 2013

Almodóvar, el autor

Por: Gabriel Vargas-Zapata
Almodóvar, el autor
Foto: ocio.lne.es

Evidentemente no estamos ante un simple director, sino ante un autor en todas sus dimensiones.

Cuando Pedro Almodóvar irrumpió en el escenario cinematográfico español con Pepi, Luci, Bom... y otras chicas del montón (1980) y Laberinto de pasiones (1982), se le tachó de escandaloso y provocador. Aquellos primeros años de efervescencia le llevaron a retratar a una España que despertaba después de tantísimos años de emociones reprimidas y aletargamiento. Madrid hervía y allí estaba Pedro, un joven contracultura que vivía al límite como toda esa juventud que orquestó, en definitiva, La Movida madrileña.

Almodóvar comienza dando cuerpo y sentimiento a todas esas almas marginadas que bordean el espectro social (drogadictos, prostitutas, homosexuales, discapacitados, travestis, etc.), algo que persistirá en toda su filmografía. Pero, ¿qué pretende exactamente? ¿Llamar la atención, que todos se fijen en sus películas y hablen de ellas y de él? Algunos se atrevieron a responder con un apresurado sí. De cualquier modo, él solo aspira, como bien teoriza Pilar Martínez-Vasseur de la Universidad de Nantes (Francia), escapar de ese cine costumbrista, de la Guerra Civil y el franquismo. Se niega a hablar del pasado y a inmortalizarlo en sus películas. Aparece entonces Entre tinieblas (1983), una clara crítica a las instituciones religiosas. Aunque, habría que aclarar, la crítica de su discurso va dirigida a las instituciones franquistas en general, según afirma Inmaculada Sánchez de la Universidad de Málaga (España). La policía, la familia y la televisión, serán siempre objeto de juicio y reflexión en sus historias. En Entre... un grupo de monjas desadaptadas deciden redimir su culpa rebautizándose con nombres flagelantes como Sor perdida o Sor estiércol. En ¿Qué he hecho yo para merecer esto!! (1984), en cambio, posa su mirada sobre una familia caótica y disfuncional. Un matrimonio infiel, tres niños descarriados y una abuela criticona.

El sexo

En sus siguientes películas, Matador (1986) y La ley del deseo (1987), aumentará el tono fatalista y hará un tratamiento mucho más estético de la sangre y el crimen. Las escenas de sexo son ahora parte vital del argumento, se aleja de lo grotesco y se acerca a lo erótico, mientras que el uso del color rojo se convierte en toda una marca estética. En 1988 estrena Mujeres al borde de un ataque de nervios, una historia psicótica y de dramas pasionales que bebe de la telenovela y de la comedia americana. Javier Escudero, de la Pennsylvania State University (Estados Unidos), intenta definirla al señalar que hay en ella "una preocupación por temas existenciales, relacionados (... ) con la problemática sexual". Otra lectura aportada por Sánchez Alarcón, exalta el uso del color para crear atmósferas y para expresar sentimientos. En ¡Átame! (1990) vemos, por ejemplo, a Victoria Abril y a Antonio Banderas vestidos de rojo justo cuando este invade su casa y le secuestra, un momento cargado de tensión, suspenso y hasta de cierto erotismo. En Tacones lejanos (1991) Miguel Bosé interpreta a Letal, un travesti con una peluca muy amarilla y camisa, guantes y falda de un rojo muy intenso.

Claro que hablar del color es inevitablemente hablar de la estética, y hablar de la estética, en el caso de Almodóvar, es también hablar de lo kitch y la iconografía pop. Tacones... probablemente sea también un ensayo sobre lo kitch, al tratar con tanta tesitura, temas como la imitación, el disfraz y la usurpación de roles sociales. En Kika (1993) vemos también a Rossy de Palma luciendo accesorios baratos, zarcillos de plástico y colas sintéticas; vemos a Victoria Abril interpretando a Andrea Caracortada, una periodista inescrupulosa, ataviada con trajes de cuero y materiales plásticos. Aunque en realidad se trata de un personaje que transciende de las simples caracterizaciones y el uso exagerado del maquillaje y vestuario extravagante. No solamente parece haber salido de un cómic futurista, es también el alter ego de su discurso antitelevisivo y antimediático. Buena parte de la trama de La flor de mi secreto (1995), su siguiente film, transcurre en la redacción de un importante periódico, a lo que se suman breves referencias políticas e intertextuales, otra marca almodovariana que detonará con mayor rigor en Carne trémula (1997). Vemos, además de citas textuales, coplas y canciones populares, pero también obras pictóricas clásicas y fragmentos de Ensayo de un crimen (L. Buñuel, 1955). El título mismo de su siguiente filme, Todo sobre mi madre (1999), hace referencia a Eva al desnudo (J. Mankiewicz, 1950), cuyo título original es en realidad All about Eve (Todo sobre Eva).

Noir y autobiográfico

Aquí comienza la que muchos definen como su etapa más noir y autobiográfica. Noir por el tono oscuro y refinado que adquiere la fatalidad y el melodrama, y autobiográfica por cuanto se inspira en sus raíces y en sus propias motivaciones. En Hable con ella (2002), probablemente su película más correcta, nos encontramos con un Almodóvar pletórico y onírico, que domina como nadie los saltos en el tiempo, pero que sobre todo, conmueve al tratar con tanta exquisitez un tema como la comunicación humana. En ella se construye una hermosísima metáfora sobre la mujer; sin renunciar por supuesto, de sus grotescas particularidades. En La mala educación (2004) conjuga esa misma antilinealidad con una maestral puesta en abismo, en la que construye también un discurso sobre la labor cinematográfica; de la misma manera como en Las Meninas de Velásquez (1656), el artista no habla de las infantas sino de la propia pintura y del propio pintor.

En 2006 aparece Volver, una mezcla de drama y humor en la que reflexiona sobre sus raíces y el cuerpo femenino. Es también, como nos cuenta Marcelino Suárez de la revista Eikasia, revista de filosofía (Asturias, España), "un repetir". La barbarie retorna a la España del siglo XXI, "Retorna como una sombra negra desde lo más profundo de la tierra". De ese mismo tono oscuro y tragicómico, impregna a Los abrazos rotos (2009), estamos ante el Almodóvar más barroco y elaborado. En ella vemos a Penélope Cruz rodando por las escaleras con un flamante traje rojo, hay intertextualidades de su propia obra, hay fatalidad y un romance ilícito. Manuel Broullón de la Universidad de Sevilla (España), teoriza sobre Los abrazos... y señala que el director pretende dar "algunas respuestas acerca de cuestiones fundamentales como qué es el cine para él". A Pedro solo le faltaría hacer La piel que habito (2011), una tragedia aterradora en la que da al tan recurrente tema de la transexualidad, una última revisión, esta vez desde una perspectiva macabra y criminal. El uso del tiempo se ha afinado y se convierte en el mismo medio de expresión estética.

De culto

Pepi, Luci, Bom... y otras chicas del montón (1980), en la actualidad es considerada una película de culto. Evidentemente no estamos ante un simple director, sino ante un autor en todas sus dimensiones, que ha ido construyendo a lo largo de los años, un universo lleno de particularidades, en el que coinciden la alta cultura y la cultura de masas en un mismo nivel de importancia e intensidad. Él mismo ha llegado a definirse como un autor "inclasificable, transgresor e insólito, original e incorrecto". Actualmente se encuentra rodando Los amantes pasajeros (2013).

Nota publicada en eluniversal.com

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