Consejos para Favre

Suena a vulgar atrevimiento que un columnista de opinión como quien esto escribe, enumere  algunas recomendaciones para un consagrado asesor político de la categoría de don Luis Favre. Pesa en su curriculum vitae sólo éxitos rotundos: los triunfos electorales de Marta Suplicy para la prefectura de Sao Paulo el 2001 (se casaría con ella poco después), Luiz Inacio “Lula” da Silva y Ollanta Humala para las presidencias de Brasil y Perú, respectivamente.

Mayor osadía se exhibe cuando prejuzgo que Favre dará siquiera una mirada de reojo a estas líneas, sabiéndolo dueño de una arrogancia sin límites. Arrogancia que deja el ego colosal del ex presidente Alan García como tibia manifestación de autoestima y frío aplauso a sus propias capacidades.

Sin embargo, debo decirle al señor Favre – con todo respeto y modestia – que algo he corrido en el análisis de la jungla política peruana. Que ninguna animadversión personal poseo contra la alcaldesa de Lima, Susana Villarán de la Puente (con quien trabajé cercanamente en el Foro Democrático combatiendo al fujimorismo autoritario), y que en estas páginas del diario EXPRESO – el cual ya adoptó una legítima posición de condena a la ineficacia de la misma – se me permite discrepar de instituciones aparentemente democráticas como la revocatoria de las autoridades ediles, algo que no se hace extensivo a otros funcionarios públicos elegidos por el pueblo.

Bajo estas premisas, le doy mis consejos a don Luis Favre en la tarea que ha emprendido para evitar que Villarán sea expectorada del sillón de Nicolás de Ribera el viejo:
1)   Que la burgomaestre inaugure la campaña contra su revocatoria reconociendo los innumerables errores que ha cometido. Que acepte haber empezado su gestión más preocupada en levantar la alfombra que mirando al futuro. Que perdió un tiempo valioso en el intento de embarrar a su antecesor, Luis Castañeda Lossio (quien salió de la alcaldía con 80 por ciento de respaldo) y borrar de la memoria limeña  las obras de éste.   

2)   Deshágase ipso facto del entorno de la señora Villarán (léase Eduardo Zegarra, Marissa Glave, Gustavo Guerra-García, Gabriel Prado), detentadores de esa parafernalia de eficacia, dedicación, inteligencia y sentido planificador que pregonan pero que la ciudadanía capitalina detecta como atributo falso de tan eximio grupo de diletantes.

3)   Que intente hacer coincidir las buenas intenciones de Anel Townsend (promotora de la campaña por el NO) para ejecutar una campaña positiva, afirmativa y convocante, con la de los gratuitos (quizás algunos sean remunerados) gondoleros periodísticos de la permanencia de  la alcaldesa que sólo dedican sus columnas o espacios de comentarios a insultar a quienes la adversan. Cada línea o palabra de ellos (muy creídos de su papel de “líderes de opinión”), colabora con la corriente revocadora. Lo peor es que no se dan cuenta de ello.

4)   Por último, que la señora Villarán se acerque a los sectores socioeconómicos C, D y E donde hemos comprobado que – efectivamente – tiene mayores resistencias. En el A y B se discute todavía, pero en los otros hay posturas tomadas y con mucha carga de odio hacia su persona.
Gracias señor Favre si toma en cuenta estas humildes recomendaciones.