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UNA GENERACIÓN SIN PALABRAS, en el Aniversario de la FAJ.
Victor Raul Huaman, aula_magna@yahoo.com
Alguno de los elementos esenciales para la validez de una cultura es su memoria, expresada desde un espacio o geografía, así mismo, su lucha por la sobrevivencia en ese determinado lugar y lo de esencial de su historia, credos y mitos. Estas son la fuente para definir eficazmente el desarrollo social y científico de los pueblos.
El análisis de las sociedades como ciencia es nuevo y como tal su método de estudio padece de susceptibles miradas, muchas veces aun parcializadas. Buscar en nuestro pasado las respuestas a nuestro presente y futuro es lo que nuestros científicos sociales nativos tienen como obligación, sin embargo, por alguna razón no se hace científicamente. Un ejemplo para el Perú, sería definir nuestra historia desde un antes de Francisco Pizarro y después de Francisco Pizarro. Y es que este fue el momento en que se inició la gran carrera por la destrucción de todo lo que de manera natural había germinado en América del Sur, social, cultural y políticamente, para ser una realidad dentro de su particular espacio.
Cuando descubrimos la verdadera grandeza de haber sido un imperio, inmediatamente la negamos en cada acto, discriminando lo mestizo, lo indígena y todo lo que ello representa. Desde el descubrimiento del Perú hasta la actualidad, solo nos hemos preocupado del proceso transculturizador en busca de una identidad nacional nueva, pero excluyendo lo auténticamente propio y original de nuestros orígenes. Las causas son evidentemente étnicas al negar cualquier pretensión cultural que surja de abajo hacia arriba, evidenciándose en la supremacía racial, idiomática y religiosa del pueblo conquistador. Estas expresiones no se han intentado conciliar en todo lo positivo que contiene esa diversidad, ni existe la voluntad de promover un proyecto horizontal.
Concebido bajo ese método de nuevo y viejo mundo, estamos aún como una nación dividida y antagónica, y sin visión de una identidad nacional. Simplemente actuamos como nación soberana desde el Estado, pero tomado territorialmente por intereses que perturban el concepto “nacionalismo”.
Los siempre dirigentes de nuestra sociedad y dueños del poder, desde que fuimos colonia española, son gente de exigua educación, dividida y poco honrada. Ahora las circunstancias, nos presenta el fenómeno globalizador y fundamentalmente economicista.
La obligación de nuestra generación, es corregir la lectura mal aprendida de nuestra historia indoamericana, para identificar nuestro verdadero rostro nacional que no podemos determinar aún a quien le pertenece o si en ella debemos estar todos equilibradamente representados. Para ello, la cuestión del poder no debe excluir ni discriminar. Es necesario reconocer el valor del poder en manos de todos como propuesta nacional reconciliadora, donde la unidad, el liderazgo y la audacia de nuevos dirigentes generen un estadío de confianza y esperanza.
Esta responsabilidad generacional debe ofrecer salir del subdesarrollo, comprendiendo que el camino ha iniciar requiere de una gran voluntad de una juventud que rompa con las prácticas del pasado por cuotas de poder oportunista y propia de gente mediocre. La impericia de un gobierno o la apatía del peruano de a pie en este proyecto, solo nos dejará en el mismo lugar en que nos encontramos: Un país pobre, conformista y “orgulloso” de un pasado glorioso que hoy ven inalcanzable los derrotistas.
La dignificación de la juventud pasa por una juventud digna y solo ellos serán capaces de iniciar el gran debate de la identidad nacional, que urge para iniciar aquel destino soñado para nuestros hijos.
No se trata de encontrar enemigos entre unos y otros, de descalificar o dar la espalda a los que cuestionan al país. Se trata de iniciar la suma de todo lo que nos une, porque divididos nada somos.
07.ENE.2013
UNA GENERACIÓN SIN PALABRAS, en el Aniversario de la FAJ.
Victor Raul Huaman, aula_magna@yahoo.com
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